Los seres humanos tenemos una gran capacidad -aunque en la mayoría de ocasiones no somos conscientes de poseerla- y es el talento de vivir de tragedia en tragedia.
Existen personas que manejan de forma casi perfecta el arte de amargarse la vida; individuos que colocan todas sus energías en vivir infelices y ser miserables en su día a día. Estos personajes son excelentes en convertirse en “victimas del destino”, y en culpar a todos de sus desgracias.
Muchos de los que se amargan la vida no son conscientes de que su mente es la única culpable de convertir su vida en un calvario, ninguno de nosotros está exento de caer en la trampa de amargarse. Por esta razón es importante percatarnos de ciertas conductas que potencializan dicha conducta ante la vida.
1. Vivir con miedo: las personas miserables e infelices convierten todo a su alrededor en una amenaza y, de esta manera, terminan viviendo en una zona de confort cada vez más reducida.
2. Discutir por todo: tener la razón, en vez de llegar a un acuerdo, es más importante para las personas infelices. Estos personajes, discuten por las cosas más triviales y son incapaces de tener una discusión civilizada sin atacar, humillar y/o hacer sentir mal al otro.
3. Dejar de ser agradecido: para aquellos que viven de forma miserable, el mundo es un lugar negativo por lo que no existe razón para ser agradecido. Para estas personas no hay ninguna bendición en su vida, ya que solo se enfocan en sus fracasos.
4. Perder la capacidad de asombro: descubrir cosas nuevas nos llena de entusiasmo y motivación; en cambio, las personas que se amargan la vida sienten que ya todo lo saben, que nada les asombra y que no hay nada que esté aún sin descubrir. La vida de estas personas es completamente predecible y llena de rutinas.
5. Su pasado determina su presente: este tipo de personas viven el presente enfocadas en su pasado. Lo que haya ocurrido en el pasado, sigue arrastrándose hasta su día a día y viven lamentándose sobre aquellas oportunidades perdidas, desperdiciadas o ignoradas.
6. Eligen la peor versión de sí mismos: todos tenemos rasgos positivos y negativos de nuestra personalidad; la mayoría de individuos intentan compensar sus características negativas al reforzar sus virtudes y rasgos positivos. Las personas miserables, al contrario, los acentúan, se encargan de ser la peor versión de sí mismos y dejan que esas características determinen su existencia.
7. No confían en nadie: el ser humano necesita relacionarse con los demás, las relaciones interpersonales aportan a nuestra vida y a nuestro desarrollo, siempre y cuando dichas relaciones sean sanas y asertivas. Las personas miserables se aseguran de que no sea así, desconfían constantemente de las intenciones y motivaciones de los demás.