Blancos, negros, amarillos, mestizos, mulatos, indios, todos son del mismo linaje. Y estos grandes grupos se subdividen en una multitud de etnias, como los arios, semitas, celtas, ibéricos, mongoles, nórdicos, celtiberos y sefaraditas, entre otros.

Muchedumbre que desde tiempos inmemoriales, en la búsqueda de un punto de apoyo para el espíritu y trepar al más allá, crearon e inventaron religiones, como lo hicieron los egipcios, babilonios y asirios, hindúes y chinos, japoneses, iraníes y fenicios, griegos y romanos, celtas y germanos, escandinavos y eslavos. También aztecas, mayas, incas, chibchas, etcétera.

Y antes de llegar al último ciclo en cadena del nefasto deterioro del planeta salta una propuesta de salvación desde la ONU que promulga una ley universal para el control de la polución, de los tóxicos químicos que están socavando el equilibrio ecológico, con el exterminio de especies de animales terrestres y acuáticos, la deforestación y la contaminación de las fuentes de agua potable, el efecto invernadero y el deshielo de los glaciares.

Que los países ricos en un clima en armonía con los países pobres logren un provechoso intercambio comercial, político y cultural. Al antagonismo, que solo conduce a las guerras y a la destrucción, se antepondrá el brillo de un radiante sol de paz y progreso para las futuras generaciones de nuestros nietos.

Es indudable y latente en las mentes y en los corazones de la sociedad humana la necesidad de un nuevo mundo y la búsqueda de un bienestar físico y mental, a través de una buena alimentación, el ejercicio, la relajación y la influencia positiva del medio ambiente.

En este nuevo siglo, cuando la tecnología corre pareja con la profesión médica, nos encontraron con la ansiedad, la depresión, la melancolía y la sentencia de Jung: “Vivimos en un mundo neurótico”. Un aumento constante de estos trastornos en toda la geografía del planeta.

La Biblia contiene enseñanzas, abre las puertas de la luz, del camino de Dios y de la esperanza de un nuevo mundo que Dios ha prometido.

Todo parece indicar que en este nuevo mundo los seres humanos incrementarán sus conocimientos y misterios sobre el cuerpo humano, el planeta Tierra y el universo.

El libro sagrado y antiguo, la Biblia, habla de un milenio en el que los seres humanos alcanzarán la perfección y en el que se eliminará la guerra, el delito, el crimen, el dolor y la muerte.