Durante el pasado fin de semana, un grupo de comerciantes decidió arbitrariamente retirar unas vallas de protección ubicadas en el separador central de la carrera 51B, justo en frente de la sede de la Universidad del Norte.

Las vallas habían sido instaladas a principios de este año con el objetivo de impedir el cruce de los peatones en ese sector de la importante vía, forzando así el uso de un puente peatonal que se encuentra a unos setenta metros de distancia.

Los comerciantes, cuyos negocios se encuentran cruzando la avenida y que dependen significativamente del flujo de personas proveniente de la universidad, alegan que con esta medida sus ventas se vieron afectadas, y que por ese motivo procedieron a retirar los elementos por su cuenta, reclamando derechos al trabajo y a la libre circulación. Pocas veces he visto que se invoquen tales derechos de forma tan atrevida y equivocada.

En nuestro país es muy común hacer caso omiso de las normas y leyes. Aún dentro de comunidades educadas y con ciertos privilegios se pueden observar comportamientos desobedientes e inclusive retadores contra la autoridad, desde las actuaciones triviales que conforman el diario vivir hasta los grandes delitos, crímenes y desfalcos. Es por eso que de la mano de la siempre necesaria educación debemos sumar acciones mucho más agresivas, para lograr que al menos la mayoría de los ciudadanos respete el orden que se pretende buscar.

La Universidad del Norte ha implementado varias campañas para generar conciencia –dentro de su comunidad– sobre el peligro que supone cruzar la vía por el sector en el que se instalaron las vallas. La institución educativa, además, ha habilitado puertas de salida más cercanas a las rampas de acceso al puente peatonal e invierte una suma importante en el mantenimiento de esa estructura, todo con el fin de facilitar la segura circulación de sus funcionarios, estudiantes y de cualquier persona que tenga que cruzar la carrera 51B.

A pesar de esas valiosas iniciativas, la ley del menor esfuerzo –tan usual en nuestra sociedad– hizo necesaria la instalación de las barreras protectoras como complemento final a todas las medidas que se han puesto en marcha. El conjunto de acciones finalmente empezó a brindar resultados positivos y se observaron menos cruces peligrosos sobre la vía.

Los comerciantes deben comprender que no se puede estimular la anarquía, mucho menos cuando tal desorden puede suponer graves accidentes. En lugar de promover situaciones peligrosas, ellos también podrían adelantar campañas que complementen el esfuerzo institucional del municipio de Puerto Colombia y de la Universidad del Norte por preservar la seguridad vial en ese punto tan neurálgico. Mediante el retiro de esas vallas parece que invitan a sus clientes a arriesgar su integridad para llegar a sus locales, una estrategia que francamente no tiene mucho sentido.

En el momento que escribo estas líneas las vallas se están instalando nuevamente. Espero que el buen juicio se imponga en esta ocasión y que no las vuelvan a retirar, eso sería ya una torpeza mayúscula, totalmente injustificada y un llamado a problemas mayores. Es mejor hacer las cosas bien.

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@Moreno_Slagter