La verdad es que esos holandeses ya se están pasando de maracas en cuanto a sofisticación: le acaban de negar el asilo a un iraquí gay, porque, según dictaminó el juez, no demostró “suficientemente su homosexualidad”. El muchacho se llama Sahir Ahmad, y lo mejor del cuento es que a Mushtak Nahemy, su novio desde hace más de dos años, sí le concedieron el asilo por ser gay y natural de un país donde se persigue la homosexualidad. Aquí esto entonces ya adquiere tintes de sainete: “Yo no soy gay, el que es gay es mi novio”.

Decía el gran Augusto Monterroso que “los enanos tienen una especie de sexto sentido que les permite reconocerse a primera vista”. Sin embargo, nadie se creería que los jueces de Holanda puedan tener una especie de séptimo sentido para reconocer a los homosexuales. Ni con pruebas, ni sin ellas: si en el juzgado un iraquí declara solemnemente que es gay, pues es que será gay y punto. No hay que buscarle más pies a ese gato. Pero en Holanda, por lo visto, no. Allá los jueces quieren pruebas especiales. La línea que separa la sofisticación del retorcimiento es bien delgadita y tenue.

Dice Sahir: “He presentado pruebas de todo tipo, y aun así el juez rechaza mi solicitud”. Desde luego que no se tratarían de pruebas tan argumentalmente sofisticadas como la de San Anselmo y la existencia de Dios, pero eso tampoco hacía ninguna falta. De hecho, su novio también fue llamado a testificar en su caso, a lo que –asombrado y aturdido– enfiló su declaración por el lado más prosaico posible, comentando detalles incómodamente íntimos, tal como el de la frecuencia de sus relaciones sexuales (“Varias veces al día”). Pero el juez se mantuvo firme en su negativa, aduciendo un argumento verdaderamente inaudito: dijo que Sahir en su declaración debió dar “detalles concretos de su creciente conciencia de ser gay”, y no los dio. Así que al juez no le vale con que el solicitante sea gay (como su novio), sino que requiere que sea un gay autorreflexivo, un gay socrático, un gay psicoanalítico y extrovertido… Por eso yo digo que la sofisticación es como el cilantro, que es bueno pero no tanto.

En Visa para un sueño, Juan Luis Guerra nos canta y cuenta que los solicitantes en la embajada americana de Santo Domingo se presentan con “mil papeles de solvencia, que no les dan pa’ ser sinceros”. Y en la salsa clásica del Gran Combo, Y no hago más na, el protagonista celebra lo bueno que es vivir así, comiendo y sin trabajar, “recibiendo la pensión por loco, de loco yo no tengo na”. Bien, pero si del uno demuestran que en realidad no es “solvente”, no le aprueban su visado y no más. Y si el otro no demuestra suficientemente su locura, pues no le otorgan la pensión y punto. En cambio a Sahir, si lo deportan, al llegar a Irak incluso lo pueden matar. Esos no son juegos. La cosa es de vida o muerte. Ahí no debería haber cabida para la más mínima duda. ¿Qué diablos significa entonces eso de “insuficientemente homosexual”?

Esos jueces de Holanda de verdad que son un cuento, a lo mejor es que así están buscando obtener la pensión por locos y entonces poder vivir “comiendo, durmiendo y no haciendo na”.

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