Mucho se ha discutido en torno a la fijación de precios de los combustibles en Colombia. Estos dependen tanto de las oscilaciones de los precios internacionales de los combustibles, como de los precios del etanol y del biodiésel, que se mezclan en porcentajes del 8% y 10%, respectivamente, con la gasolina y el diésel-motor.

Tanto a Ecopetrol como a los productores de etanol y biodiésel, el precio que se le paga corresponde al costo de oportunidad. En el primer caso se toma como referencia el precio en el Golfo de México, y en el segundo según la cotización del azúcar en la Bolsa de Londres y el precio del aceite de palma en Malasia. Estas son las reglas de juego.

Recientemente, al llamar “la atención sobre cómo se fija el precio de la gasolina en el país”, el profesor Kalmanovitz criticó el hecho de que al tiempo que redujo inicialmente el precio de referencia de la gasolina para el mes de julio en $46 por galón, y decretó un aumento de $14 para el diésel, a poco andar se reversó la medida para la gasolina, atribuyéndoselo a la mezcla del etanol con la gasolina.

En efecto, cinco días después de expedida la Resolución anterior expidió otra, reajustando el precio de la mezcla del etanol con la gasolina en $41, 6 el galón, debido al aumento del porcentaje de la mezcla de etanol, que pasó del 6% al 8%. Pero, así como en esta ocasión el precio de la gasolina subió por cuenta del efecto-precio del etanol, en otras oportunidades la baja del precio del etanol ha neutralizado en parte los incrementos del precio del combustible al consumidor final.

Al exrector de la Universidad Jorge Tadeo Lozano José Fernando Isaza, le parece escandaloso que “a los productores de alcohol combustible se les compra el producto a $8.564,24/galón. Por el mismo volumen Ecopetrol recibe $4.031,32, es decir, los consumidores pagan un subsidio de $4.532,94/galón a los productores de etanol”. Pero el precio de la gasolina no se puede equiparar con el del etanol, dado que este no es un sustituto, es solo un aditivo que oxigena la gasolina, mejorando de esta manera su octanaje y reduciendo las emisiones de GEI. Es claro entonces que esa diferencia de precios no se trata de un subsidio de los consumidores a los productores de etanol.

Sostiene José Fernando Isaza, refiriéndose a los biocombustibles, que “cuando se incluye la cadena completa los resultados son neutros o negativos”. No obstante, de acuerdo con estudios científicos muy serios, la reducción de GEI del etanol es del 74% y en el caso del biodiésel del 83%. Gracias a ello, los biocombustibles están contribuyendo con 6 puntos de los 20 con los que se comprometió Colombia –a reducir para el año 2030– en la Cumbre de París a finales de 2015.

Los biocombustibles en Colombia –si bien es cierto que no son la solución– si son parte de la solución a la problemática social, ambiental y energética del país, no son el problema, como algunos lo sugieren.

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