En días pasados la Corte Suprema de Justicia falló un hábeas corpus a favor del oso ‘Chucho’, un oso de anteojos que fue trasladado desde una reserva en manizales al zoológico de Barranquilla. En el fallo, la Corte manda a que el animal sea reubicado en un ambiente con “plenas y dignas condiciones de semicautiverio”, y por esto se espera devolverlo a la reserva ambiental de Río Blanco, en Manizales, y donde podrá socializar con otros de su especie. Esto último es importante, pues desde la muerte de su compañera, la osa ‘Clarita’, ‘Chucho’ mostró deterioro en su salud y señales de depresión.
Fue por esta depresión que ‘Chucho’ fue trasladado al zoológico de Barranquilla, en donde no mejoró su situación. Por esto el abogado Luis Domingo Maldonado interpuso un hábeas corpus a nombre del oso, que fue negado en primera instancia por la sala civil del Tribunal Superior de Manizales, pero luego pasó a la Suprema Corte, que falló a favor de la libertad de ‘Chucho’.
En Colombia –hasta el 2016– los animales eran considerados como bienes muebles. Por supuesto, este criterio es insuficiente, pues no es lo mismo un carro que un perro, y esto es evidente porque el perro interactúa con nosotros y siente afectos y deseos perfectamente identificables. Por esto, a partir de la ley 1774 de 2016, se establecieron unos derechos mínimos de los animales: no sufrir de hambre ni sed, no sufrir injustificadamente malestar físico o dolor, que no les sean provocados enfermedades por negligencia y descuido, que no sean sometidos a condiciones de miedo y estrés, y que puedan manifestar su comportamiento natural. Si bien es cierto que los animales no pueden opinar sobre lo que es un derecho y su pertinencia, es apenas de sentido común que estas condiciones mínimas de vida –que nosotros los humanos llamamos derechos– serán bien recibidas por cualquier animal.
No se trata entonces de que ahora los animales sean en estricto sentido personas jurídicas. En este debate me parece más conveniente hablar de responsabilidades que de derechos, ya que estos últimos no se escapan de nuestro androcentrismo, mientras que las responsabilidades de los humanos con los seres vivos de nuestro entorno son cuestiones que podemos discutir con mayor claridad.
Desde el enfoque de la responsabilidad, los animales no están para nosotros, sino que nosotros estamos para los otros animales. Así el consumo y uso de otros seres vivos para fines de la cultura humana pasa necesariamente por medidas de sostenibilidad, bienestar y no explotación de otros seres vivos y el medio ambiente.
Y enhorabuena por ‘Chucho’, que regresa a Manizales. Seguro que en Barranquilla se estaba muriendo del calor.
@Catalinapordios