El futuro de Colombia va a estar profunda y directamente relacionado con la capacidad que los colombianos tengamos de organizar la educación; la hija de la educación: la ciencia; la hija de la ciencia: la tecnología. Sin la menor duda, este entrelazamiento será uno de los ejes principales del futuro de nuestro país en el siglo XXI”, afirmó Rodolfo Llinás hace 6 años.

Colciencias es el Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Investigación que depende de la Presidencia de la República y lidera el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Investigación. La ciencia es una de las áreas más importantes del conocimiento. El futuro es inexistente si carece de innovación. El crecimiento científico es sinónimo de desarrollo. Invertir en la ciencia y la tecnología no es un lujo, es una necesidad que debe ser prioridad.

En América Latina, el presupuesto destinado a la innovación es una vergüenza en comparación con algunos países europeos y asiáticos. Según la Unesco, Corea del Sur gasta 4,1% de su PIB en investigación y desarrollo, Japón 3,5% y Alemania 3,1%. En Latinoamérica el promedio es de 0,5%.

A pesar de la urgencia por aumentar el poco presupuesto asignado en los países de América Latina, en Colombia recortarán el 41%. Una cifra exagerada que puede llevar al cierre definitivo de Colciencias, como lo manifestó la exdirectora Paula Arias.

En tiempos de crisis no se debería reducir la inversión en innovación. Todo lo contrario, convendría potencializar su crecimiento. El verdadero progreso va de la mano de la ciencia, si no será un constante retroceso. En los últimos cinco años, el Gobierno ha bajado el presupuesto de Colciencias sin atender las consecuencias. Estamos ante uno de los momentos más críticos de la innovación nacional. Nos quieren condenar a un atraso sin precedentes.

Es tan alarmante la cifra estipulada para inversión en ciencia y tecnología, que solo Haití está por debajo de Colombia en la región. En 2014, el presupuesto fue de 376.768 millones de pesos. En el 2016, apenas alcanzó los 289.000 millones, mientras que en el 2018 pretenden bajarlo aún más. Es el colmo del descaro y la irresponsabilidad. Un país que pone obstáculos a su investigación científica está atado al pasado, sin posibilidades de un futuro real.

Este año informaron el recorte del presupuesto al deporte, al medio ambiente, a la cultura y ahora a la ciencia. Las prioridades del país son ignoradas. Una nación sin ciencia y cultura está perdida. Moisés Wasserman escribió en su cuenta de Twitter: “si a eso se suma lo que pasó con regalías y con ambiente, la única conclusión es que asumimos el subdesarrollo como vocación”, refiriéndose a Colciencias.

Protestar es una herramienta clave para reclamar los derechos de todos. Aunque la inversión en ciencia y tecnología es fundamental, la opinión pública no ha reaccionado ante semejante atropello. El apoyo a los deportistas se exigió con fuerza. La presión mediática y el respaldo de los ciudadanos contribuyeron a que el presidente actuara. Sin embargo, a los científicos los hemos dejado solos durante los últimos años. Es inaceptable que su situación no sea tema primordial en el panorama nacional. Es absurdo que el debate pase a un tercer plano y la indiferencia sea la consecuencia.

#CienciaSinRecorte también es un sueño. Una lucha que necesita de la participación de todos.

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