Pregunta: Me invitaron a una tertulia. Hubo comida y mucho whisky, pero solo se habló del Junior. ¿Es eso una tertulia? Supergirl, Barranquilla

Respuesta: Una tertulia es una reunión de personas en la solemnidad de un recinto o bajo un palo de mango. Se habla de todo, y los convidados pueden ser partícipes activos o pasivos, pero de manera divertida. Por eso, una reunión en un juzgado o en un velorio difícilmente podría considerarse una tertulia. La más creíble versión sobre su origen dice que en el siglo XVII el rey Felipe IV, de España, “hombre de gran cultura y mecenas de las artes”, discutía con sus invitados las obras de Tertuliano (ca. 160 – ca. 220 d. C.), el gran orador y prolífico escritor, padre y doctor de la Iglesia, de gran influencia en la cristiandad, de cuyo nombre derivó el de estas reuniones. Tiempo después, las tertulias empezaron a celebrarse en casas particulares. En ellas, según leí en un periódico español de 1874, digitalizado, sí se discutían las obras de Tertuliano, y con tanto celo y literalidad que quien descubriera el mínimo defecto, como la ausencia de una coma, era reconocido. Otras fuentes dicen que Tertuliano era solo la excusa, y que las reuniones eran para hablar, beber, comer y bailar, algo parecido a lo que usted vivió en la tertulia a la que la invitaron.

P.: Ser un ‘quijote’ viene del protagonista del libro de Cervantes. ¿Hay otras voces que también vengan de la literatura? Elí Cabarcas, Soledad

R.: Las hay. Veamos algunas: una celestina es una alcahueta; viene de La celestina, tragicomedia de Rojas. Un donjuán o un tenorio es un conquistador; de Don Juan Tenorio, drama romántico de Zorrilla. Una lolita es una preadolescente seductora; de Lolita, novela de Nabokov. Un lazarillo es el guía de un ciego; de Lazarillo de Tormes, novela anónima. Una odisea es una dificultad; de la Odisea, poema épico de Homero. Pantagruélico es un banquete con exceso de comida; de Gargantúa y Pantagruel, novela de Rabelais… Hay también voces que no derivan de una obra, sino de un escritor, como sadismo, del marqués de Sade; masoquismo, de Sacher–Masoch; kafkiano, de Kafka; dantesco, de Dante; maquiavélico, de Maquiavelo…

P.: ¿Por qué no se dice san Santiago, sino solo Santiago? Lida Sarmiento, Barranquilla

R.: Si dijéramos san Santiago, entre la palabra san y la primera sílaba de Santiago habría cacofonía, es decir, una disonancia o sonido inarmónico. En realidad, el nombre del santo era Yago, y así se menciona en el Cantar de mio Cid, publicado hacia 1200, que se refiere al santo como “santi Yagüe”. Luego, dentro de la evolución de la lengua, la i de santi se perdió, Yagüe pasó a Yago y resultó sant Yago, pero, debido a que la ye también suena como i, todo se unificó en Santiago (Sant + Yago = Santiago). El nombre primigenio era hebreo, Ya’akov, y de él derivaron, además de Yago, otros como Jacob, Jacobo, Iago, Thiago, Diego…

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