Me gusta escuchar historias sobre personas que con sus iniciativas están revolucionando el mundo, da lo mismo que estas sean de gran o pequeño impacto. Ver videos de charlas como las de TED, en las que personajes destacados exponen vivencias, proyectos e ideas innovadoras, que buscan inspirar a miles de personas alrededor del mundo.

Sin embargo, siento más alegría y orgullo cuando esas historias llegan a mis oídos desde la cotidianidad de los amigos, de personas que se arriesgan a realizar sus proyectos con el propósito coherente de revolucionar sus propias vidas. El más reciente motivo de ese orgullo es Juan David Vergara Tinoco quien, apartándose de la zona de confort, lanzó su libro ‘El soñador, el mentiroso y el exagerado’.

En las palabras de Juan David, el libro “es la representación de mis miedos, de ese propósito que nunca le he dicho a la gente, de cosas que no he podido lograr por mis propios miedos”. La obra, lanzada el lunes a través de la plataforma Amazon a un valor de tan solo un dólar, no es un manual de autoayuda en el que se encuentren consejos o ejercicios para lograr esto o aquello en 10 pasos; es un ejemplo de cómo la “gente del común”, el hijo o hija de fulano de tal quien vive en cualquier rincón de la región Caribe, están invitando a la gente a enfrentar los miedos, superar las frustraciones y a decidir –si así lo desean– a que continúen con sus sueños y metas sin fórmulas mágicas.

‘El soñador, el mentiroso y el exagerado’, es un reflejo de lo que todos somos –o hemos sido– en algún punto de nuestras vidas. La mente nos puede jugar una mala pasada en determinados momentos de nuestra existencia, y nos toca refugiarnos en las exageraciones, las mentiras o los sueños para ver nuestras metas cumplidas, confiesa el comunicador social y manejador de artistas.

Es interesante ver cómo la mayoría prefiere vivir su vida detrás de una pantalla, de acuerdo a lo que los otros publican que hacen y opinan, amparados en medio de las nociones de éxito publicadas en 140 caracteres, en las vidas “perfectas” con filtros y de los juicios de cientos de “amigos” a quienes les gusta, les encanta, les divierte, les asombra, les entristece y les enoja. Por ello, encontrar una voz que quiera salir a contar historias de la gente, pero luego de descubrirse, es una agradable rareza.

El libro es una invitación y como cualquier invitación se puede aceptar o no; en este caso, es a disfrutar la vida mientras se vive el proceso, a comprender que a veces hay cosas que se pueden lograr y otras que no, pero la satisfacción de estar en el proceso te puede llevar a otras experiencias, es un relato de “las anécdotas de lo que he podido cumplir, las que aún no he cumplido, las mentiras que se convirtieron en verdad, las que aún son mentira y que haré todo lo posible para darles la vuelta, las exageraciones que bajaron de rango, las que subieron y las que solo serán una realidad si logro cumplirlas en su corazón”, dice Juan David.

Admiro no solo a Juan David, sino a toda persona que a pesar de saber que puede ser señalado como individualista y/o egocéntrico, en un acto de amor, de honestidad hacia sí mismo y de generosidad hacia los demás, se atreve a compartir sus experiencias de vida.