Chucho, el oso de anteojos convertido en vedette por la polémica sobre la conveniencia de cuál debe ser la que probablemente se convierta en su última morada, se quedaría con nosotros en el zoológico de Barranquilla si no hay otra retracción jurídica más. Si fuese humano tendría razones para estar ilusionado. Tiene 23 años sobre una esperanza de vida que no llega a los 30. Había convivido con su hermana, que murió hace unos años. La hembra que ya tiene a su lado en Barranquilla, puede ser su oportunidad de conocer el amor en la tercera edad y un chance de procrear interesante para su singular y vulnerable especie. Singular, porque no hay otra variedad de osos en Suramérica que la suya, que habita del oeste de Venezuela al norte de Argentina. Vulnerable, porque la creciente población humana de estos países amenaza con extinguirlos, pues su fuerza y sus garras amedrentan a pobladores de fincas y veredas.

La última sentencia sobre el caso, proferida el 16 de Agosto por la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia, resolvió favorablemente a la Fundación Botánica y Zoológica de Barranquilla (Fundazoo), la acción de tutela presentada por esta contra la Sala de Casación Civil de la misma Corte, que había acogido la aplicación de la figura del Habeas Corpus para supuestamente proteger a ‘Chucho’, deportándolo a su anterior hábitat en Manizales. Figura que según traza la última sentencia, desde la constitución inglesa de Juan Sin Tierra hasta hoy, es solo aplicable a seres humanos. Esta sentencia fustiga entonces a las autoridades judiciales involucradas en la anterior, argumentando que incurrieron “por un lado en defecto sustantivo o material, en tanto sus decisiones al interior de la acción constitucional de Habeas Corpus tuvieron como fundamento normas que no resultaban aplicables (…) y, de contera, en defecto procedimental absoluto, pues desconocieron las formas propias de cada juicio, como quiera que otorgaron un trámite que es completamente ajeno al que corresponde, lo que provocó la vulneración al debido proceso de Fundazoo.” Sin embargo, esta última sentencia fue también impugnada, por lo que para tener la última palabra sobre cuál magistrado ponente “hizo el oso” tendremos que esperar el final de la serie. Manténgase en sintonía. Ya yo hice mi apuesta.

En el ínterin, Farah Aljami, la directora del Zoológico, en su columna “El abrazo del oso”, en EL HERALDO del 2 de Agosto, se revela magistral en varios sentidos. Escribe persuasivo y cadencioso. Enseña no solo sobre ‘Chucho’ y su especie sino sobre la razón de ser de los zoológicos por su papel pedagógico y de conservación. Y, sobre todo, es un ejemplo a seguir en una época de irritante pugnacidad al no juzgar a sus contradictores y darles, en cambio, el beneficio de la duda, asumiendo la buena intención en todos ellos.

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