Millones de personas irrespetan continuamente los conocimientos ya establecidos sobre la salud. Así, desde pequeños, una alta población recibe los elementos nocivos a los que las madres no se deberían exponer, algunas por necesidad o ignorancia, y otras por irresponsabilidad. Madres ligadas al tabaquismo, al alcohol, a las drogas, a la falta de control de la presión arterial, del azúcar y a las infecciones (como el sida, la sífilis o las hepatitis). Incumplimiento de las vacunaciones, evaluaciones previas, controles peri y prenatales. Se incluyen adolescentes y niñas que no tienen idea de lo que enfrentarán, con actividades sexuales precoces. La preparación y valoración, antes y durante un embarazo, son clave para la reducción de la mortalidad infantil y la protección de la juventud, futuro para el país.
También se irrespeta la salud cuando no se les colocan a los niños las vacunas necesarias para protegerlos de enfermedades, como la difteria, la tosferina o el tétanos. Lo mismo sucede al prolongar la transmisión genética de enfermedades graves, como el síndrome de Down y la corea de Huntington.
Consecuentemente, la falta de controles de adultos y niños trae la aparición de formas avanzadas de enfermedades, que detectadas a tiempo pueden ser curables, como el cáncer de mama, de cérvix o de próstata, como unos de tantos ejemplos existentes de la pérdida de respeto a la salud, con violación de los derechos humanos y de la Constitución colombiana.
Pero si las personas irrespetan la salud, principalmente por ignorancia de sus derechos y el deficiente acceso a la atención, tenemos que luchar todas las personas conscientes de esta situación para reconocer a tiempo este grave problema y cambiar su comportamiento, cuidar el preciado don de la existencia y alcanzar una mejor calidad de vida. Es aquí donde el Estado tiene la gran responsabilidad de llegar a la gente en las grandes urbes y en las regiones más apartadas, lo cual solo lo ha hecho parcialmente, a pesar de la existencia de los grandes medios de comunicación, desperdiciados en ‘entretener’ al pueblo, y de esta forma aumentar su ignorancia con una cantidad de programas mediocres que muchas veces ensalzan el ocio, la maldad, el crimen, los malos hábitos, costumbres y actitudes. Me gustaría que el ministro de Salud mostrara las pérdidas económicas desde su concepto ateo y materialista de la salud.
No es solo regalar casitas a personas en riesgo para enfermedades prevenibles, curables o al menos manejables, ni ingresar personas a un falso aseguramiento en salud, empeorado por un déficit financiero, relacionado directamente con un sistema perverso y corrupto, con trabajadores de la salud maltratados en sus actividades laborales. Sin educación a los usuarios, ni planes de salud con base en una medicina preventiva, organizada por quienes realmente se han preparado durante muchos años de estudio.
La permanencia del irrespeto a la vida por los violentos nos ha dejado la agresión más insensata y despiadada del ser humano a la salud, su propia autodestrucción. Hagamos todo lo posible por respetar la salud y tendremos un mejor país, una mente sana en un cuerpo sano. Tenemos que empezar con los líderes y padres de la Patria, deben estar sanos para establecer verdaderas políticas de salud que lleguen a todos los rincones de una patria boba, todavía enredada en guerras fratricidas, con el crecimiento de necesidades básicas insatisfechas.