Hoy se juega una jornada más de las eliminatorias para el Mundial de Rusia en 2018, y a nuestra selección le toca enfrentar a la de Venezuela, con todas las implicaciones que esto significa, habida cuenta de la situación por la que atraviesa el vecino país. Algo que debería ser un encuentro de fútbol en el que solamente están en disputa 3 puntos para dicha clasificación puede convertirse en una situación de lamentar si no es manejada con criterios estrictamente políticos dentro de un deporte.

No es cierto el argumento de muchos en el sentido de afirmar que el deporte es una cosa y la política otra. La razón es que todos nuestros actos son políticos porque la política, en últimas, es todo aquello que tiene que ver con la polis, es decir, con el pueblo, su vida social y sus gobiernos. Todos nuestros actos son políticos: la forma en que nos comportamos individual y socialmente, cómo hablamos, nos vestimos, cómo actuamos en un escenario deportivo. Por supuesto, también implica la forma en que los estados se organizan en un sistema jerárquico en el que ciertos individuos adquieren poder sobre el resto, aquellas personas que determinan cómo deben comportarse una nación y sus individuos.

La situación política de Venezuela es muy tensa, pero eso no quiere decir que el encuentro deportivo no pueda ser manejado de la manera adecuada, en el sentido de ser sus propios dirigentes quienes digan cómo debe hacerse para que un simple partido de fútbol no termine en una confrontación, por mínima que esta sea. Según mi modo de ver las cosas, corresponde desde el presidente del país hasta los directos encargados de la política, así como los medios de comunicación, mantener una actitud de minimizar aquella cosa incendiaria que tiene que ver con las críticas que se hacen a ese país por la forma en que manejan su política, y resaltar únicamente lo relacionado con el partido de fútbol.

Es increíble la forma en que se escucha por los medios el morbo disimulado de querer llevar las cosas a un punto en el que no están las relaciones entre los dos países, porque más allá de lo que digan sus presidentes –con sus razones políticas de fondo y sus intereses– los venezolanos no son nuestros enemigos y no podemos estar azuzando para crear una confrontación donde no debe haberla.

Es preferible desgastarnos las neuronas, con el mismo morbo de siempre antes de un partido, discutiendo si el señor Pékerman sabe o no elegir a los titulares de la selección, porque todos en este país somos mejores técnicos que él; o si James debe jugar de titular porque también sabemos más que los médicos del Bayern Múnich. Prefiero ese morbo producto de nuestra prepotencia e ignorancia que estar planteando de manera irresponsable un peligro potencial para los jugadores porque allá estén planeando atacarlos antes, durante o después del partido.

Es simplemente fútbol y 3 puntos en juego.

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