Son muchas las mujeres nacidas en mi generación que se llaman Diana. También hay Dayanas, Leidis, Ladys, Ladidi, y todas las combinaciones posibles. La princesa Diana, conocida como la ‘Princesa del Pueblo’, salió en televisión para cumplirle a las mujeres ese cuento de hadas que Disney había anticipado con la Cenicienta. ¡Y casi que se casan con el mismo vestido!
Y es que cada cosa que se ponía la princesa Diana era algo importante. Quién sabe cómo le atinaba siempre al atuendo perfecto. Siempre chic, siempre dulce, unos ojos azules que parecían la misma encarnación de las princesas de los cuentos. Y Diana lo era. Con lo bueno y con lo malo. Yo veía las revistas Vogue que compraba mi abuela como si esto fuera otro de mis cuentos.
La princesa sufría y tuvo anorexia, bulimia, esas enfermedades nerviosas tan de las mujeres de nuestro tiempo.
Resulta que en este cuento de hadas hubo una bruja llamada Camila Parker, de quien Carlos, el príncipe –un hombre horrible– estaba enamorado. Diana le recordaba cruelmente a todas las mujeres que no importa cuán bellas y perfectas fueran, siempre habría un hombre harto de ellas.
La feminista Naomi Wolf, por ese entonces, habló de cómo los desórdenes alimenticios para las mujeres llegaban en un momento en que por fin habíamos acabado de adquirir poder en lo económico –en realidad ese hito fue solo para las mujeres blancas– el mito de la belleza llegaba para dominarnos, para decirnos que la vida de una mujer es dolor, para vigilarnos con cientos de cámaras como si el mundo allá afuera fuera el mismísimo panóptico de Foucault. ¿Cómo podrían ganar esta revolución un ejército de mujeres hambrientas, con poca autoestima, balanceándose en un tacón? Diana era para Wolf una perfecta representación de esto.
Y Diana fue también una de las primeras personas del mundo en vivir en el ojo público de la manera en que hoy nos lo proponen las redes sociales. La diferencia es que nosotros no estamos obligados y Diana sí. La diferencia es que nosotros podemos decir una considerable parte de lo que pensamos, mientras ella vomitaba en el baño.
La historia de Diana de Gales es la historia de las mujeres blancas de nuestro tiempo. Una lucha por el control de la propia vida, a los ojos de todo el mundo, y paradójicamente fueron esos ojos los que la mataron.
@Catalinapordios