Los recientes escándalos ponen en la palestra pública la discusión respecto de si la corrupción responde a las condiciones: académicas sociales y económicas, de las personas que ocupan altos cargos públicos o privados.

Respecto de la educación de quienes en los últimos días se han visto involucrados en hechos de corrupción, debemos decir que son altos los requisitos que debieron cumplir, desde el punto de vista académico, para llegar a ocupar: magistraturas en las altas cortes, curules del Congreso y para el ejercicio de la abogacía.

En cuanto a su estatus social, aunque no es exigible como requisito para ser magistrado de alta corte, congresista o abogado. Sin duda, en un país donde la educación de alta calidad es un privilegio, los altos costos de las campañas electorales y los intríngulis del litigio, son un aspecto que restringe las posibilidades, solo a las élites sociales y del poder político.

Con relación a lo económico de quien ejerce la magistratura, el escaño político o litigio. Si bien es cierto, este tipo ejercicios profesionales produce un importante ingreso de dinero. No es menos cierto, que la solvencia económica no garantiza la ocurrencia de hechos de corrupción.

Entonces cómo se explica, que los tristemente protagonistas de los más escandalosos actos de corrupción de los últimos años en Colombia, pertenezcan a familias adineradas, sean personas altamente capacitadas y en gran proporción proveniente de la empresa privada.

En Colombia el que una persona sea millonaria, tenga altos títulos académicos y pertenezca a los estratos más altos de la sociedad, no garantiza que sea protagonista de un acto de corrupción.

Es valioso preguntarse, si el problema de la corruptela en Colombia no depende de la capacitación, del dinero ni del estatus social del funcionario. ¿De dónde proviene la causa de la corrupción?

En otras palabras, cómo entender que un funcionario millonario, adinerado, estudiado y socialmente perteneciente a la elite social, desde la empresa privada y entidades públicas, sea protagonista de escandalosos actos de corrupción.

Inexorablemente el fenómeno de la corrupción en Colombia, se explica por el paulatino deterioro de tres instituciones fundamentales, que sirven de soporte para la construcción de una la sociedad sana: familia, ética y moral. El deterioro de la familia evita una educación en casa soportada en principios y valores. Por su parte la sociedad envía mensajes subliminales que refuerzan antivalores. La respuesta a la corrupción es la educación desde lo ético y desde la censura moral social.