Apretado y atrevido, este bien podría ser el resumen de los mensajes que el papa Francisco dejó a los colombianos:

“Demos el primer paso”.

“Aquí, como en otras partes, hay densas tinieblas que amenazan y destruyen la vida: las tinieblas de la injusticia y de la inequidad social; las tinieblas corruptoras de los intereses personales o grupales, que consumen de manera egoísta y desaforada lo que está destinado para el bienestar de todos; las tinieblas del irrespeto por la vida humana que siega a diario la existencia de tantos inocentes, cuya sangre clama al cielo; las tinieblas de la sed de venganza y del odio que mancha con sangre humana las manos de quienes se toman la justicia por su cuenta; las tinieblas de quienes se vuelven insensibles ante el dolor de tantas víctimas”.

“Pero como Jesús en la barca de Pedro, hay que Navegar mar adentro”.

“Cuando las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz. ¡Basta una persona buena para que haya esperanza! ¡Y cada uno de nosotros puede ser esa persona!”.

“Con el amor y el perdón ayudemos a tantas personas a caminar en la vida. No hay nadie lo suficientemente perdido que no lo merezca”.

“No vivamos en medio del rencor; solo el amor libera y construye”.

“Entiendan que no todo es blanco ni todo es negro”.

“Que las dificultades no los opriman, que la violencia no los derrumbe y que el mal no los venza”.

“Mantengan viva la alegría, que es signo del corazón joven. Nadie se las podrá quitar. No se la dejen robar”.

Es claro que “todos somos débiles; el único que no lo es, es Dios. Pero que la debilidad no nos haga vulnerables. No perdamos la ilusión, la fe y la esperanza”.

“Nunca dejen de lado la potencialidad de entender el dolor de los que han sufrido ni esa capacidad hermosa y constructiva de comprender”.

“Los ambientes de desazón e incredulidad enferman el alma y dañan la esperanza que necesita toda comunidad para avanzar. El más grande desafío consiste en sanar nuestro corazón”.

“Contagiémonos de la esperanza de los jóvenes, que siempre están dispuestos a dar a los otros una segunda oportunidad”.

“No permitan ser capturados por las caricaturas de la violencia o el narcotráfico. Mirémonos a los ojos y busquemos el coraje de la esperanza”.

“Lo que puede estar haciendo falta es llamarnos unos a otros, hacernos señas y volver a considerarnos hermanos, compañeros de camino, socios de esta empresa común que es la patria”.

Y así, “que nadie quede al arbitrio de las tempestades. Suban a la barca a todas las familias, que son santuario de vida; hagan lugar al bien común por encima de los intereses mezquinos o particulares, y carguen a los más frágiles promoviendo sus derechos”.

“Demos (en fin) el primer paso pero sigamos avanzando, caminando juntos cada día, para ir al encuentro del otro, en busca de la armonía y de la fraternidad”.

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@AlbertoMtinezM