Se están devanando los sesos los argentinos; hinchas, periodistas y en general la gente del fútbol, tratando de encontrarle razones a este mal momento de su Selección, al por qué si cuentan con el mejor jugador del mundo, apenas son quintos en las eliminatorias, juegan mal y el repechaje parece, hoy, la salvadora oportunidad para adquirir el tiquete a Rusia.

Aún con las tres finales disputadas de manera consecutiva los argentinos, un poco por soberbia, un poco por espíritu ganador, creen que su Selección está en deuda con ellos. Especialmente esta que ha tenido un frágil funcionamiento y discontinuo rendimiento. Y en medio de todas las explicaciones que se arguyen, desde administrativas hasta futbolísticas y extra futbolísticas, pareciera que la mayoría han decidido basar su argumentación en la ‘Messidependencia’ como la matriz de lo bueno y lo malo que le ocurre a la Argentina.

De lo primero, hay muchas evidencias que contribuyen a certificar que Messi, a través de su talento superior potenció a un equipo que nunca ha sido brillante, aunque sí capaz de hacer buenas jugadas y tener talante competitivo. Messi, no tengo dudas, ha sido el valor agregado de la Selección Argentina. No diré que solo por Messi Argentina disputó tres finales consecutivamente, pero sin él no creo que lo hubiera logrado.

De lo segundo, dicen que condiciona al extremo no solo la forma de jugar, sino a los técnicos al momento de elegir a los convocados. En esa individualización, casi ‘mesiánica’, en búsqueda de las soluciones, los argentinos quieren- reclaman- que Messi juegue como en el Barcelona. Y se animan a alinear ‘Iniestas’ o ‘Busquets’ argentinos en el medio campo para -creen ellos- recrearle a Messi su hábitat natural. Lo que no han podido hacer es reproducir a algún ‘Alves’ o un ‘Alba’ argentinos para los laterales porque hace mucho rato Argentina no cuenta con esa clase de jugadores.

De hecho, Sampaoli decidió jugar con tres defensores centrales y sin laterales naturales. Necesita un socio para el primer pase, dicen, como si fuera solo eso. En el Barcelona Lio tiene nueve jugadores que pueden darle ese primer pase, y todos los demás que necesite. No entienden que Messi es la genial onceava parte de un estilo del cual él se amamantó desde niño. Él ahí encuentra la armonía entre lo individual y lo colectivo. Su instinto creativo potencia y se potencia.

No tiene por qué parecerse Argentina a el Barcelona. A lo sumo deberá intentar parecerse a la del Mundial de Brasil. Que Dybala, Agüero, Higuaín, y el resto, no se cohíban con el personaje y dentro de sus características y capacidades complementen las virtudes de Messi. Le queda poco, Perú y Ecuador. O el repechaje.