No soy agrónomo, no soy experto en césped, pero la cancha del estadio Metropolitano Roberto Meléndez no se ve igual como cuando el alcalde Alejandro Char nos la presentó el 16 de marzo de este año. Aquella vez sí parecía un tapete, una mesa de billar, “una cancha de nivel europeo”, como la calificó en ese entonces el arquero y capitán de Junior Sebastián Viera.

Seis meses después, el terreno de juego del Metropolitano no es un desastre, no está lleno de morros como el del vetusto Eduardo Santos de Santa Marta ni impresentable como el del estadio Guillermo Plazas Alcid de Neiva, pero no tiene aquel estado ideal. Eso es una realidad innegable. Se notó en el partido Colombia-Brasil y en el juego Junior-Tigres, no solo por la acción en la que Teófilo Gutiérrez pasó una ‘pena máxima’ (su pie se hundió en una zona blanda, se desestabilizó y desperdició un cobro desde los doce pasos), es por su aspecto general. El césped no está tupido y hay mucha tierra. Menos mal no ha caído un aguacero en pleno partido.

El Distrito debe exigir y no excusar a Equiver, empresa encargada de la sustitución y mantenimiento del gramado. Se requiere una cancha menos delicada y más consolidada. Ya pasaron seis meses desde su presentación.

En ese césped, mejor o peor (ya veremos), Junior tiene que salir a jugar con todo ante Cerro Porteño, con la misma firmeza, determinación, ganas, garra y carácter que se le vio en el juego de ida en Asunción, pero con mayor ambición ofensiva.

Está prohibido confiarse, está restringido relajarse. Junior no puede dormirse en los laureles de un empate de visitante (0-0) que no servirá de nada si no se gana en casa. Que nadie crea que la serie ante Cerro ya se encuentra resuelta.

Que ninguno piense que será fácil. Los clubes paraguayos podrán tener falencias técnicas, pero nunca les falta lucha, entrega y juego aéreo. Yo vislumbro un duelo tan parejo como la pelea entre Gennady Golovkin y ‘Canelo’ Álvarez. Junior tiene que ser el kazajo (a quien vi ganador por escaso margen) y llevar siempre la iniciativa en el enfrentamiento. Pegar primero es vital.

Teófilo Gutiérrez, que seguro superará el sonrojo por el blooper en el penalti, debe agregarle mayor claridad y posibilidades al ataque rojiblanco. De todas formas, pilas con la grama y ojo con el Cerro.