Es imposible no referirse a alguna de las famosas y oportunas frases del papa Francisco durante su reciente visita a Colombia. Dijo lo que tocaba, donde tocaba y a quien tocaba. Su conocimiento sobre la realidad colombiana fue pasmoso porque tenía muy claras nuestras características, especialmente aquellas que se referían a nuestra indiferencia como sociedad, hacia los más necesitados, las víctimas y los débiles en general. Además, identificó el machismo nacional y la posición de muchos de los miembros de nuestra Iglesia católica, a los cuales les dijo que no eran políticos sino pastores. Así mismo, vio desde el primer día esa arrogancia y suficiencia de sectores que se sienten poderosos por su nivel social y obviamente por su dinero. Por ello, de frente les hizo un llamado a la solidaridad y los llamó “pura sangre”. Lo interesante fue que esa expresión la hizo dirigiéndose a la élite de este país, mucho antes de un episodio que refleja a este sector claramente.
Como lo recogieron varios medios de comunicación, en Cartagena, mientras el pueblo a la intemperie escuchaba al papa Francisco en la plaza de San Pedro Claver, un grupo de la alta sociedad cartagenera estaba encerrado en un restaurante con aire acondicionado observando sin incomodidades –y probablemente con un refrescante líquido en sus manos– al Sumo Pontífice. Sin ningún problema unas distinguidas señoras a través de la ventana del establecimiento regañaban a periodistas y personas que en la plaza les tapaban la imagen del Papa. Mejor espejo de la estratificación social de Colombia, imposible.
Pero lo que viene al caso es la identificación en tan corto tiempo por parte del Sumo Pontífice de este sector de los que también se consideran intocables. Para ejemplo un botón. Resalta EL HERALDO que ha sido llamado a España, a rendir cargos, el hombre que orquestó los sobornos de Inassa, pero a los miembros barranquilleros de esta empresa, muy distinguidos pura sangre, nadie los menciona, nadie los toca, como si nada tuviesen que ver con este escándalo. Como si esa junta directiva no tuviera que dar ninguna explicación con el saqueo que se le hizo a la Triple A, sociedad en la cual Barranquilla perdió y no recuperó su posición en esta empresa de servicios públicos.
El Papa atinó en su llamado a dejar el odio y dar un paso más en la búsqueda de la paz. Pero al mostrar su rostro bondadoso, su alegría y dedicar su tiempo a los niños, a los enfermos, a las mujeres víctimas y a los pobres, repitió el mensaje dirigido a ese sector pequeño pero influyente de nuestro país, que le da la espalda a sus responsabilidades como ciudadanos, y además con demasiada frecuencia no son transparentes.
Como muchos de ellos son católicos fervientes, que van a misa y comulgan, ¿será que este llamado del Papa les tocará el alma, para que dejen sus pretensiones y respondan por sus excesos cometidos en aras de su supuesta superioridad frente al resto de los mortales?
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