El país se está gestando una crisis institucional de enormes proporciones, a consecuencia de la corrupción que, como afirmó el papa Francisco en su visita a Paraguay “es la gangrena de un pueblo”, que ha hecho metástasis, comprometiendo tanto al sector público –a todos los niveles– como al privado y está corroyendo los cimientos de la democracia, la degradación de la política y la polarización política. Además de sus estragos en la política y en la ética, la corrupción afecta el desempeño de la economía. Según un estudio reciente, subir un punto en el Índice de percepción de corrupción, cuya escala es de 1 a 10, baja la tasa de crecimiento del PIB per cápita 0,86%.

Y de contera, la corrupción generalizada da pábulo para que se incube una crisis de confianza en las instituciones, que a poco andar deriva en una pérdida de gobernabilidad y si ella no se detiene a tiempo puede conducir a la pérdida de la legitimidad de las instituciones, que es el principio del fin de una democracia. Así empezó Guatemala y el pueblo terminó eligiendo a un payaso profesional (Jimmy Morales), ahora cuestionado, también él, por actos de corrupción y así empezó también la tragedia de Venezuela con el asalto a su democracia por parte de Chávez y vean por dónde vamos. Bien se ha dicho que el pueblo le perdona a sus líderes, a sus dirigentes, que metan las patas, pero lo imperdonable para él es que metan las manos en donde no deben.

El desprestigio de la política y de los partidos políticos ha llegado a tal punto que en una de las más recientes encuestas, la del Pulso País, la imagen desfavorable de ellos registró un 77%, al tiempo que la Encuesta de Cifras y Conceptos revela que el 57% de los consultados no se identifica con partido alguno, lo cual muestra la gran aversión que se tiene a los mismos. Y qué decir con respecto a la imagen de la Justicia. Por primera vez en los últimos 20 años, según Gallup, la imagen negativa de las altas cortes supera la positiva, llevando la peor parte La Corte Suprema de Justicia, alcanzando en el mes de agosto el récord en su imagen negativa, ¡al situarse en el 55%!

Por todas las razones anteriores debemos levantar la bandera, no banderiza, ni partidista, sino ciudadana, de la lucha frontal, de una guerra sin cuartel, en contra de la corrupción y por la dignificación del ejercicio de la política, así como para rescatar el prestigio y la credibilidad en la Justicia. Y en ello está llamado a cumplir un papel muy importante la ciudadanía a través del control social. Karl Popper dijo que “no necesitamos tantos buenos hombres como buenas instituciones”, pero no hablaba de Colombia, pues aquí necesitamos tanto de buenos hombres y mujeres, y también de buenas instituciones!

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