En La luz de mis ojos, la telenovela de RCN, Fuad Chadid es un “turco” que llegó al país desconociendo el idioma, creó una fortuna trabajando más que las hormigas y se casó con una mujer católica de familia distinguida que le abrió las puertas sociales. Su hija mayor representa la culpa cristiana; la menor, la laboriosidad turca; y la de la mitad… ¡Ay, Dios! Mema es una alcahueta que malcrió tanto a sus hijos que hizo de ellos su mayor problema. Ella lo sabe, pero lo sigue haciendo como si fuera una fuerza irremediable del destino. De uno de ellos, Silvio, dice que “es un idiota” porque quiere hacer dinero trabajando honestamente. En cambio a su mello, Silvino, lo adora porque es el que tiene “éxito” sin importarle que es un bandido (lo elogia porque “es muy vivo”; ese tipo de “vivo” que logra que sea su hermano quien pague cárcel por él). Silvino es un cobardazo que sabe que siempre estará la mamá para salvarlo. En esto es idéntico a Musa Besaile. O al menos eso muestra el video que se viralizó recientemente.

Este nuevo capítulo de La Sociedad del Espectáculo, una exitosa serie con varias temporadas al aire, se llama “Los hijos puestos al servicio de la manipulación mediática”. Su clímax es el momento cuando el mayor de ellos extiende la mano hasta la pierna del padre y este la agarra con fuerza para luego buscar la de su otro hijo, que parece no entender lo que pasa y no sabe si llorar o toser (o quizás no tiene clara la orden del director actoral). En ese mismo instante la hija besa con ternura el rostro del afligido –más no arrepentido– padre, mientras la madre cierra el discurso con el eterno, y ya por eso banal, “Confiamos en la justicia divina” (en la de Colombia nadie confía).

A lo largo de la escena la madre dice: “Colombia, les entrego a un ser humano; un ser ejemplar”. La voz de la mujer se pierde por momentos bajo el llanto de los niños vestidos de blanco (el menor, con una camiseta con el rostro de María), todo envuelto en la simbología católica. Musa Besaile, de oscuro, ¿representa al diablo? El senador no da nunca la cara. Deja toda su defensa en manos de ella mientras oculta su mirada bajo una cachucha negra, como hacen esos niños que se protegen bajo las enaguas de la madre cuando son pillados en fragancia. La mamá, aquí, es la propia esposa y ante su defensa él no musita palabra. Igual a como calla Silvino Bula cuando su mamá lo salva.

En todas partes se repite “La juventud perdió todos los valores”. ¿Seguro la culpa es de “la juventud”? ¿Acaso ellos no fueron educados, como los hijos de Mema Chadid, bajo la premisa de “Todo vale” o de “El dinero es lo único que importa”? Actúan como si todo fuera solo un juego de niños. Niños que nunca crecieron y juegan a no ser pillados; a ser salvados por sus madres.

PD: A propósito, los mellos Bula Chadid (dos en el mismo útero) recuerdan El Lago de los cisnes: lo blanco y lo negro en una misma persona que lucha cada uno por imponerse. ¿Cuál cisne sobrevivirá?

@sanchezbaute