Visitar un mercado público en Europa es una experiencia que generalmente resulta gratificante. Desde los olores que invitan a quedarse, hasta la comida preparada, buena y barata, que es posible encontrar en esos recintos, cada mercado suele ser un indicador importante del nivel de vida de una determinada ciudad. Usualmente limpios, bien dotados y ordenados, en la mayoría de los casos estos mercados están además colmados de turistas que encuentran ahí un completo panorama de la cultura agrícola y gastronómica de cada lugar, una variada cornucopia que permite sentir en buena medida las realidades locales. Es una visita que se disfruta.

En nuestra ciudad no es así. No es cómodo comprobar cuán lejos estamos en Barranquilla de poder ofrecer espacios similares, tan acostumbrados a plazas de mercado sumamente precarias, desordenadas y, sobre todo, inexplicablemente desaseadas y descuidadas. Es por eso que es improbable que a alguno de nosotros se le ocurra llevar a algún invitado foráneo (colombiano o extranjero), a pasar una mañana en el mercado o a almorzar en tal lugar.

Con seguridad los reparos que ofreceríamos a esa excursión se relacionarían con la higiene y la seguridad, males que nos acosan como a cualquier sociedad tercermundista, pero que en los mercados se sienten exacerbados. Esto no tiene por qué ser así.

Solemos encontrar en la pobreza o en la falta de recursos las explicaciones para la mayoría de las dificultades que enfrentamos, especialmente las relacionadas con la agresividad y la violencia. Algo hay de razón en esa tendencia, es necio negarlo, sin embargo, hay situaciones que no pueden entenderse desde la falta de dinero. Que una persona tire la basura donde le dé la gana no tiene nada que ver con su bienestar económico, se relaciona con su desconsideración e indolencia general. La suciedad no tiene que estar directamente relacionada con la pobreza.

Por eso me cuesta mucho aceptar el estado en que están nuestros mercados públicos. No creo que sea tan difícil dejar de tirar la basura a los caños, a la calle, al andén; creo que cuesta poco disponer unos contenedores que permitan acumular los desechos para organizar unas recogidas periódicas. Esto está inventado, no requiere mayores debates y debe hacerse cuanto antes, solo hace falta un mínimo de orden y de sentido común.

El Distrito ha anunciado un necesario y bienvenido proyecto para la recuperación de siete mercados públicos. Además de las evidentes intervenciones en infraestructura, espero que se haya pensado en un eficiente manejo de las basuras y la limpieza. Solo con eso, con que estén limpios y con los pisos secos, los mercados de Barranquilla pueden ser mucho más atractivos. Si además nos animamos a climatizarlos eficientemente, podríamos descubrir un verdadero punto de encuentro para todos los barranquilleros. Es la oportunidad de tener unos mercados dignos.

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@Moreno_Slagter