Pregunta: ¿Es cierto que García Márquez tenía mala ortografía? Manuel Pombo H., Bogotá.

R: Aunque García Márquez dijo eso en varias entrevistas (en una de ellas: “Tengo mala ortografía; para eso hay correctores”), siempre pensé que se trataba de una salida extravagante. Pero cuando leí Vivir para contarla, su libro de memorias, supe que era cierto. Allí, en la página 190, dice: “… la ortografía, que fue mi calvario a todo lo largo de mis estudios y sigue asustando a los correctores de mis originales. Los más benévolos se consuelan con creer que son torpezas de mecanógrafo”. Y en la 193: “… no entiendo por qué los maestros se ocupaban tanto de mí sin dar voces de escándalo por mi mala ortografía”. Hay más: en la 483 aparece escrito “Pedro Viaba”; quizá los correctores de la editorial –con seguridad, no nativos de Barranquilla– no detectaron el error al creer que en realidad así se escribían el nombre y el apellido de Pedro Biava, el músico italiano que se asentó en nuestra ciudad. La cúspide a la que llegó García Márquez demostraría que no se necesita tener buena ortografía para ser un gran escritor. Para serlo se precisa dominar la técnica, saber construir la estructura del relato, conocer que la escritura creativa tiene leyes que deben respetarse y haber nacido con la capacidad de hilar historias.

P: ¿Qué significan los tres puntos después de una frase que a veces usted inserta en sus respuestas? Mañe Osorio, Barranquilla.

R: Esos puntos, que son un signo ortográfico, se llaman suspensivos, y siempre son solo tres. Suelo utilizarlos en lugar de etcétera; por ejemplo: “En la canasta había mangos, mamones, ciruelas, zapotes…”. También tienen otros usos, entre ellos, para indicar que una idea queda incompleta: “Quisiera ir, pero...”; encerrados entre corchetes, para reemplazar las palabras suprimidas en una cita textual: “Muchos años después, [...] el coronel Aureliano Buendía…”; para indicar que hay más texto antes o después de una oración transcrita: “… la ortografía, que fue mi calvario…”; para preparar el desenlace de una frase creando cierta tensión: “Rico es el que vive con lo que tiene, no debe nada… y está contento”.

P: Oí por televisión: “El programa ‘Fútbol solo fútbol’ estrena nuevo horario”. Estrenar es por primera vez. Ampy De la Rosa, Barranquilla.

R: Tiene razón. En este caso se conforma un pleonasmo, figura que consiste en la presencia innecesaria de una o más palabras en una frase. En el ejemplo que usted cita, sobra ‘estrena’ o sobra ‘nuevo’, al punto de que cualquiera de los dos términos puede omitirse y el sentido de la frase permanece. El pleonasmo se configura al emplear el verbo ‘estrenar’ con el mismo sentido del adjetivo ‘nuevo’. El diccionario de la Academia, sobre ‘nuevo’ dice: “Que se experimenta por primera vez”; y sobre ‘estrenar’: “Hacer uso por primera vez de algo”.

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