La semana pasada fue muy activa en la Universidad del Norte, con motivo de la Semana de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, durante la cual se conmemoraron dos eventos claves en la historia del pensamiento económico, político y social de la humanidad: la publicación de El Capital de Carlos Marx, hace 150 años, y el centenario de la Revolución de Octubre en Rusia, en 1917.
En una primera jornada, con el apoyo del Departamento de Economía y Filosofía, se hizo una evaluación de El Capital, por parte del profesor Félix Cataño, autoridad bien reconocida en el tema en Colombia. Marx poco escribió sobre el socialismo, y su obra cumbre desentraña los misterios de la circulación de mercancías y la generación del fenómeno del valor, el cual no está determinado, como creen los teóricos neoclásicos, por la oferta y al demanda, que solo fija los precios de mercado, sino por esa transmutación clave de la circulación de mercancías a través del dinero, ese “salto mortal” del cual hablaba Marx. Cataño fue muy crítico de la teoría del valor de Marx y de su teoría de la tasa de ganancia, y defendió la solución del problema del valor basada en las teorías de Cartelier y Benetti. Por mi parte, reconociendo la estatura del trabajo de Marx sobre el capitalismo, aún vigente a la luz de la crisis reciente del 2008, presenté las críticas de Thorstein Veblen, en su conferencia en Harvard en 1909, en especial su apego a una visión hegeliana “invertida” de la sociedad, teleológica y que no tuvo en cuenta los aportes del evolucionismo darwinista como metáfora.
El miércoles 25 de octubre tuvimos una conferencia internacional con el Instituto de Estudios Europeos y la Fundación Konrad Adenauer. Se examinó el modelo social europeo con sus características universales, muy diferente al nuestro, donde hay que probar ser pobre y de un estrato dado para recibir los beneficios sociales. Da envidia lo logrado en Europa, Chile, Argentina, Uruguay y Costa Rica, mientras que aquí seguimos apegados al modelo neoliberal que todo lo focaliza y deja a mucha gente por fuera. Como lo manifesté en el seminario, somos un país profundamente desigual, excluyente, que incluso bloquea las tímidas reformas que el actual proceso de paz propone. Aquí todo es saboteado para que nada cambie.
El jueves, los filósofos de varias universidades siguieron discutiendo sobre el fetichismo de la mercancía en El Capital, el dinero y Feuerbach, y, por la tarde, una sesión emocionante y diversa sobre el significado de la Revolución de Octubre después de cien años. Walter Bernecker, profesor alemán, hizo una brillante exposición sobre los comunistas en la Guerra Civil Española y sus contradicciones con socialistas y anarquistas en la época de Stalin. César Torres, de la Universidad Javeriana, reclamó el impacto de la Revolución de Octubre en los movimientos de izquierda que hemos tenido en América Latina recientemente y que juegan un rol en la política actual, a pesar de sus problemas. Jorge Villalón nos deleitó con su historia abreviada de los Soviets en Moscú y Petrogrado, como expresión de esa democracia directa que después fue aplastada por los mismos bolcheviques, cerrando Fernando Giraldo con su debate interesante sobre la izquierda colombiana. Me sentí en una universidad de verdad.