Sólo un par de llegadas a la portería contraria; ningún peligro y, por supuesto, cero sensaciones de que Junior tuviera una idea clara de cómo rematar su pase a las semifinales de la Copa Sudamericana ante un adversario que llegó a Barranquilla con el único objetivo de no salir humillado del Metropolitano.

Julio Comesaña envió a Bucaramanga un Junior B para cumplir con el trámite de una fecha más de la Liga Águila. Los jugadores reservas se salieron. Jugaron un partidazo y ganaron convenciendo. Tan claro y contundente fue el juego que todos los tertulianos de radio y televisión comenzaron a proclamar que Junior era favorito indiscutible para ganar las tres competiciones en las que se encuentra inmerso.

Comesaña se quedó en Barranquilla con el equipo A, preparando el partido de vuelta contra el Sport Recife. Sobre el papel, la eliminatoria estaba resuelta. Junior había ganado en la ida 0-2 en Brasil, rompiendo una sequía de victorias en ese país, y si un equipo estaba presionado ese era el Sport Recife. Pero Junior jugaba en casa, con sus mejores hombres y ante unos aficionados que querían verlo ganar.

Sin embargo, ese Junior A, esos jugadores en los que Comesaña confía, esos mismos que perdieron contra Santa Fe en el último partido de Liga en el Metropolitano, fallaron. En el fútbol europeo los técnicos de los equipos grandes no acostumbran a diferenciar tanto a sus plantillas. Saben que es un riesgo. Que habrá jugadores que se sientan discriminados. Futbolistas que piensen que ellos pueden jugar perfectamente todos los partidos, que no son del B y, sobre todo, que merecen un respeto y un trato igual que el que tienen los teóricos titulares.

Por otro lado existe también el riesgo que esos teóricos titulares se duerman en los laureles y piensen que tienen el puesto fijo porque ellos se llaman como se llaman y el técnico no los va a sentar en el banquillo nunca.

Comesaña tiene una extraordinaria plantilla, pero la exigencia tendría que ser la misma para todos sus componentes. Y las rotaciones son buenas, pero conviene hacerlas no tan profundas. Muchos de los que jugaron anoche ante el Sport Recife y brindaron un mal partido puede que se hayan confiado y estén pensando que a ellos no les mueve el piso nadie.

Por lo que vimos anoche este equipo, estos jugadores tienen que demostrar en los entrenamientos que son mejores que los que ganaron en la capital santandereana, que merecen un respeto y oportunidades para estar entre los que disputan partidos importantes como los de anoche. Todos queríamos y creíamos que veríamos anoche un Junior vencedor por aplastamiento. Sin duda la alineación que puso Comesaña es la que la gran mayoría de periodistas habría colocado sobre el césped del Metropolitano. Pero algo no está cuadrando como quiere el técnico.