No hay momento más preciso para recordar a un personaje como Jacques-Yves Cousteau que el actual, no solo por los desastres ecológicos que se están presentando sino por la amenaza de acabar con los acuerdos para prevenir situaciones mas dramáticas en el futuro. No es coincidencia, o si lo es bienvenida sea, que haya salido casi simultáneamente con el nuevo documental de Al Gore, An Inconvenient Sequel.

La odisea es un film francés dirigido por Jérôme Salle que en primera instancia nos hace pensar en la obra de Homero, pero tan pronto comienza nos damos cuenta que se refiere a otra odisea, la experimentada por Cousteau a través de su vida para estudiar la fauna y flora de los mares y posteriormente abogar por su preservación.

La película se centra más en la vida personal de Cousteau como esposo, padre y amante, tomando en ocasiones un tono de espectáculo que le resta relevancia al mensaje. Sin embargo, es importante presentar este personaje a las nuevas generaciones, para que se explore a fondo su inmensa obra que cuenta con documentales para cine y televisión, uno de los cuales, The silent World (1956) fue el primero que ganó la Palma de Oro en Cannes.

Desde el comienzo de la película, alrededor de los años 40, el director nos introduce a Calypso, el nombre del buque que con tanto amor Cousteau y su esposa Simone (Audrey Tautou) consiguen y preparan para la odisea, el cual se convierte en un personaje más. Cousteau, interpretado por Lambert Wilson, se muestra optimista y soñador, y Simone apoya e impulsa sus ideas, a pesar de las dificultades económicas y de cargar con dos hijos, uno de los cuales, Phillipe (Pierre Niney) se involucra en el aspecto ecológico, admirando pero a la vez desafiando a su padre.

Cousteau hizo descubrimientos científicos importantes sobre la vida en la profundidad de los océanos de los cuales se deriva la clasificación de las especies marinas. Produjo inventos fotográficos que facilitaron su estudio e hizo aportes médicos, pero lo que lo diferencia de otros investigadores es la pasión que muestra por lo que hace, y su ambición personal que lo transportan a otro nivel.

La odisea está llena de anécdotas tanto personales como científicas, que en ocasiones se superponen de manera melodramática, y a pesar de que la película trata de abarcar mucho, lo que más nos impacta son las imágenes en el fondo del mar a cargo de Matias Boucard ambientadas con la excelente composición musical de Alexandre Desplat, permitiéndonos absorber la grandeza y la pureza de esas regiones donde la magia de lo profundo se impone y el silencio es capaz de provocar un ruido inmenso.