En estos días de Serie Mundial de béisbol, volví a ver cómo el mánager de cada novena se guía por unas aceptadas y respetadas instrucciones que todos dicen están en un “librito”. Me alegra por ellos porque, independientemente si el desenlace de la jugada es negativo, si dieron la orden de acuerdo a lo que está “escrito” en el famoso librito, son exculpados. Periodistas, hinchas y dirigentes los exoneran de la responsabilidad.
En especial, me llama la atención el momento de sustituir a un pitcher de acuerdo a si el bateador es zurdo o derecho, sin importar si en ese instante está “jugando bien”.
En el fútbol no es así. Y ese es parte del karma con el que conviven los técnicos. En este deporte, el entrenador no toma decisiones que ya están, de manera anticipada, aceptadas. No están inscritas en ningún epítome para blindarles el criterio.
En los últimos partidos del Junior, Julio Comesaña ha decidido alinear algunos jugadores que a la mayoría sorprendió, a casi todos no convencían y a muchos definitivamente les exacerbó su anti ‘comesañismo’. Por ejemplo, Narváez de titular en Paraguay después de una larga para sin competencia, o Díaz, un imberbe jugador como titular ante Cerro Porteño, o Yony González, si acaso partícipe en dos o tres partidos este semestre, inicialista frente a Sport Recife en Brasil; o Mier, en el mismo partido, como primer sustituto cuando tenía muchas fechas sin jugar. Contrario al mánager de béisbol, Comesaña sí tuvo que esperar el desenlace final para estar a salvo de los reproches y las recriminaciones.
Afortunadamente para él y la tranquilidad del grupo los resultados obtenidos fueron muy buenos y los jugadores elegidos respondieron con notables actuaciones
Por supuesto que Comesaña ha tomado estas decisiones con la autoridad que le da el conocimiento que tiene de sus jugadores, del descubrir en ellos, en la cotidianidad, aspectos de su juego y su personalidad que el resto no tienen ni cómo saberlo.
Por ahora nada mal le salen porque este Junior de los últimos partidos (exceptuando ante Recife en Barranquilla) está jugando en serio muy bien al fútbol: ordenado, creativo, agresivo, solidario, inspirado. No solo por “Chateo” sino también, y mucho, por “Picanti” (Pico y Cantillo) y el resto del equipo.
Al final, dejo constancia de que la comparación que utilicé entre el mánager y el técnico apenas es sobre ese aspecto. Sería una subestimación imperdonable a la compleja tarea de dirigir el béisbol, y cualquier otro deporte, si pretendiera agotar la importancia del líder de un grupo a si saca o mete a un pitcher. Es muchísimo más que eso.