En mayo de 2006 la Policía desalojó a comerciantes de flores del mercado de Texcoco, en México, razón por la que los pobladores organizados decidieron protestar con el cierre de la carretera. La manifestación y la represión policial fue tan agresiva que el pueblo se armó con machetes. Enrique Peña Nieto –el actual presidente de México–, era el entonces gobernador del estado. Bajo su responsabilidad se desplegó un operativo de seguridad para ponerle fin a la protesta y judicializar a los responsables. Se estima que se detuvieron unas 200 personas, pero nadie sabe a ciencia cierta la dimensión de la barbarie.
Lo que ocurrió allí apenas se alcanza a narrar por estos días, durante las audiencias en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el caso conocido como Selvas Gómez y otras vs México. En las declaraciones de las víctimas queda en evidencia la grotesca violencia, especialmente la tortura sexual contra las mujeres. Los detalles están por todos lados, en las noticias, en los videos de las audiencias de la Corte… por ahora, solo me quedo con una parte de la declaración de Norma:
En aquellos días era una estudiante. Dice que cuando llegó encontró miedo, pero creía ser parte de la sociedad civil que, con su presencia, le daba algunas garantías a los manifestantes. De repente empezó a escuchar detonaciones, gases lacrimógenos y fue parte de una multitud que corría tratando de salvaguardarse. Recuerda que sintió un golpe en la espalda y otro en la cabeza, luego la lanzaron al piso y recibió un largo rosario de patadas por parte de policías antimotines. Le metieron la mano dentro de la blusa y le dijeron que era una ‘puta’, que debería estar en su casa lavando platos. La transportaron y se la entregaron a otros, está segura que eran los de la Agencia de Seguridad Estatal. Esta vez mujeres policías, pero no significó una mejor suerte. La obligaron a acostarse en el pasillo de un bus encima de un charco de sangre y saltaban sobre su espalda y su cabeza. Le decían que ahora vendría el jefe y la iba a violar. La entregaron a otros uniformados, unos de camuflaje. La subieron a una camioneta, la obligaron a acostarse boca abajo y comenzaron a golpearla. Le metieron la mano debajo de la ropa interior, la accedieron sexualmente con los dedos. La obligaron a bajar y la entregaron a otro grupo distinto de uniformados, esta vez vestían de negro. La volvieron a subir a un bus, la golpearon nuevamente, le arrancaron la ropa, entre varios la abusaron, se turnaban para meterle los dedos en la vagina, la mordieron. Luego subieron más gente al bus. Muchas personas golpeadas. Todos olían a sangre.
Norma pasó por cuatro grupos armados del estado. Todos la torturaron sexualmente. Es demasiado sistemático para no creer que se trata de una política estatal. Como su relato, hay unas 35 mujeres torturadas en los mismos hechos de mayo de 2006, 11 han llegado ahora hasta la Corte Interamericana. Vaya Peña Nieto, la culpa que arrastras.
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