Esta semana varios empresarios e industrias del país, recibieron por parte de diversos medios de comunicación sendos reconocimientos por el liderazgo que han ejercido en la inversión social de sus sectores.

Llama la atención que la mayoría de estas distinciones hayan sido para empresarios y compañías de los sectores ganadero, forestal y agrícola. Claramente, a ellos les ha tocado la dificultosa tarea de remplazar al Estado en muchas zonas del país, por la ineficiencia de sus programas de inversión social. Es claro que las políticas públicas de fomento al sector productivo no llegan a varias regiones apartadas del país, por la politiquería y la ineficiencia de las entidades públicas que operan estos recursos de inversión.

Un claro ejemplo de desidia del Estado es el inoperante programa de Asistencia Técnica Rural, que administra el Ministerio de Agricultura por intermedio de las Umatas municipales y algunos gremios de la producción agropecuaria. En el reciente Censo Nacional Agropecuario, de los 2,7 millones de productores censados, el 90% dijeron no haber recibido nunca este servicio. Por esta razón, Carlos Enrique Cavelier, coordinador de Sueños de La Alquería, resolvió no esperar más al paquidérmico Estado y creó su propio programa de Formación Campesina (FOCA), para ayudar a miles de pequeños productores de leche a capacitarse en buenas practicas ganaderas para que sus negocios sean más productivos y rentables.

Esta iniciativa privada consiguió en cinco años que 1.100 familias ganaderas, de seis municipios del departamento del Meta (Vista Hermosa, Mesetas, Uribe, La Macarena, San Juan de Arama y Puerto Rico), produzcan de manera eficiente más de 60.000 litros de leche diarios, logrando reactivar la economía de una zona que fue dominada durante muchos años por las Farc y el narcotráfico. Es con estos hechos que se reconstruye tejido social en las zonas afectadas por la violencia. El mejor premio para esas comunidades es una oportunidad de trabajo digno, tal como lo está haciendo Alquería, y no repartiéndoles curules en el Senado.

Otro reconocimiento importante a la inversión social en el sector rural del país, fue para la multinacional Smurfit Kappa, más conocida como Cartón de Colombia. Esta compañía ha logrado forestar más área en el país que el propio Gobierno. Ya completa 68.000 hectáreas de bosques certificados que generan alrededor de 2.800 empleos de calidad en el Cauca, Valle y Eje Cafetero. Si el Gobierno incentivara el mecanismo de fomento forestal a través de los contratos de cuentas en participación entre las compañías forestales y los propietarios de predios rurales, podría reforestar fácilmente unas 100.000 hectáreas anuales en zonas deforestadas por la minería ilegal y el narcotráfico.

Otro gran ejemplo de inversión social y construcción de país es el programa de alianzas estratégicas que lidera el empresario Carlos Murgas en varias zonas golpeadas por la violencia. Esta semana la Cámara de Comercio de Cúcuta le otorgó un reconocimiento a este empresario palmero por haber logrado que 1.300 familias en el Catatumbo sustituyeran sus cultivos de coca por 20.000 hectáreas de palma de aceite, que les generan ingresos superiores a los $80.000 millones anuales.

Sin duda alguna, estas iniciativas privadas son la única esperanza de desarrollo productivo de nuestro país.