Cuando Steve Jobs presentó la iPad, en 2010, uno de los asistentes le hizo el siguiente comentario: “Sus hijos deben adorar el iPad”, a lo cual el respondió: “No lo han usado. Limitamos mucho la tecnología que nuestros hijos usan en casa”. Su respuesta da mucho que pensar y la mayoría de la población del mundo no parece tenerla en cuenta, ya que sus hijos no tienen límite de tiempo para el uso de las pantallas: TV, tabletas, teléfonos y otras. Pero, ¿cómo pueden los padres exigirle esto a sus hijos, cuando ellos les dan el mal ejemplo? El uso de los productos tecnológicos se ha vuelto una adicción, la cual genera una total dependencia, pues cuando aparece un mensaje, dejan ‘todo’, así estén trabajando, para contestarlo. Hay quienes duermen con el celular a su lado y otros que chequean los mensajes si despiertan en mitad de la noche. Existe ya en Washington la clínica reSTART, primer centro de tratamiento especializado en el uso disfuncional de internet: un centro de rehabilitación para adictos a la tecnología, a quienes no se ha definido si llamarles “tecnoadictos, tecnópatas o tecnólicos”. La clínica empezó solo para adultos y desde este año alberga también a adolescentes. Hoy tiene 31 personas internadas, de los cuales 6 son menores de 18 años. La recuperación la hacen en 3 fases: la primera es de desintoxicación: hacen ejercicios y aprenden a regular emociones ayudándolos a hacer un plan de cómo van a incluir las pantallas en forma adecuada en sus vidas, para seguir usándolas. En la segunda pueden usar computadores por ratos, y en la tercera pueden aspirar a tener un smartphone si los médicos que los evalúan lo aprueban. La estadía mínima es de 2 meses, y algunos duran hasta un año. ¿Valdrá la pena oír el consejo del Sr. Jobs?
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