Se realizó, el pasado primero de enero, el sorteo y la conformación de los grupos para el Mundial de Rusia 2018. Lo que hace unos años era, apenas, un ejercicio administrativo y sin ínfulas propagandísticas, hoy es un evento futbolero de extrema mediatización y limítrofe con la ‘farandulización’.

Dirigentes, políticos, patrocinadores, estrellas del espectáculo, ex jugadores y toda suerte de personajes se reunieron alrededor del fútbol para dejarle claro al mundo cuál es el deporte de más popularidad y penetración. El mensaje es altivo y contundente: el globo terráqueo desde hoy está en modo Mundial.

Los infaltables e interminables discursos politiqueros de Putin e Infantino, las salidas ‘políticamente incorrectas’ del siempre deslenguado Maradona, la belleza de la presentadora, la última moda y el reconocimiento a los legítimos hacedores del juego, los jugadores, ahora exjugadores, fueron algunas de las peculiaridades que adornaron el show. No comenzó el Mundial de los noventa minutos y el balón en discordia, comenzó el de la logística y la estrategia. El Mundial de los técnicos y dirigentes. Conocidos los rivales y las sedes donde se va jugar, los técnicos inician una minuciosa búsqueda de toda la información que describa a sus contendores: jugadores clave, estilo de juego, fortalezas, debilidades. Paralelo a ese plan de observación y análisis futbolístico, los técnicos o sus asistentes visitan las ciudades para conocer las condiciones climáticas, la calidad y cantidad de canchas para entrenamientos, la comodidad del sitio de concentración, la distancia y facilidad de traslado de este a estadios y aeropuertos.

Al tiempo los dirigentes gestionan y confirman rivales para el mes de marzo, última fecha Fifa, sabiendo con cuáles no puede por pertenecer al mismo grupo. O, como en el caso de Colombia como adversario de Francia, porque los franceses quieren un opositor ‘parecido’ a Perú, su rival sudamericano de grupo.

A propósito de Colombia y sus rivales, yo creo que no son tres, sino cuatro. Tres del grupo H: la Polonia ofensiva e intensa de Lewandowski, la Japón siempre disciplinada, rápida e ingenua, y la Senegal potente, agresiva, dispersa. Y el cuarto es ella misma, Colombia y sus imperfecciones. La Colombia post Mundial de Brasil que no ha podido encontrar su verdadero y confiable fútbol. En estos días hay buenas señales en singular: James está jugando con regularidad en el Bayern. Falcao salió de la lesión y otra vez empezó a convertir goles. Cuadrado, Cardona, los defensas, son titulares. Habrá que ver qué pasa con Ospina, Sánchez, los otros delanteros...