Wildon Rodríguez muestra con orgullo la zona de la mina de Cerrejón.
¿Ahora sí me creen lo que les digo?, pregunta, mientras los visitantes nos asombramos con un tajo de ocho kilómetros en el que camiones de 320 toneladas parecen hormigas en la distancia.
En ese mundo todo es gigantesco. Las llantas que, según Wildon, cuestan 60 mil dólares y deben ser reemplazadas cada seis u ocho meses; y también los desafíos que, más allá de la visita, acechan a esta industria.
En 2015 el mercado internacional cayó 6,3% y produjo la mayor contracción de precios de los últimos 12 años.
Pero a finales de 2016 el mundo conoció una nueva señal: China paralizó la construcción de 104 plantas de carbón, cerró varias minas e impuso restricciones a su propia producción. Al mismo tiempo aumentó las importaciones de carbón porque su economía tiene una alta dependencia del mineral.
El mercado experimentó, entonces, una escasez artificial y el precio, que estuvo por debajo de los 45 dólares, bordea hoy los 80 dólares.
Ningún experto sabe cuánto más durará la coyuntura, porque Europa, mercado notable de Colombia, está endureciendo la legislación.
Cerrejón, de hecho, acaba de cerrar su histórica oficina en Atlanta, porque Jacksonville, principal cliente en Estados Unidos, decidió apostar por otro tipo de fuentes de energía.
Las compañías, en consencuencia, afrontan el desafío de generar una producción más limpia y eficiente (Wildon, que lleva 32 años como operador múltiple, instructor, supervisor y ahora guía del centro de visitantes, dice que Cerrejón lo está haciendo desde hace décadas); por otro lado, intentan aprovechar el repunte de los precios porque estos pueden caer mañana.
El problema es que Cerrejón no ha producido carbón suficiente.
Con los fenómenos climáticos que vienen desde el 2015 (sequías prolongadas o inviernos recios), la compañía redujo su meta de producción a 32 millones de toneladas en el 2017. Y aún así, a septiembre reportaba un déficit de 2.8 millones de toneladas.
Por lo demás, la inseguridad jurídica por un activismo judicial que cambia constantemente las reglas de juego (3 de cada 4 fallos han sido adversos) y el entorno de protestas sociales activado por los detractores en un año de elecciones, afectan la industria de manera general.
Cerrejón, que tiene previsto invertir durante el próximo año 500 millones de dólares en reposición de equipos, ni siquiera tiene claro si podrá explotar el carbón del subsuelo del arroyo Bruno, en cuya desviación ha comprometido ya 100 mil millones de pesos.
El panorama, pues, tiene el color del carbón.
Por nuestra mente pasan los 15 billones de pesos que Cerrejón generó entre 2010 y 2015 por impuestos y regalías. Y la relación de 2,44 pesos adicionales que eso produjo en encadenamientos productivos.
Se requerirá inteligencia y mucha fe de carbonero para mantener esas cifras.
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