Existe un lugar único en el mundo en donde la salsa es protagonista. Allí desaparecen los estratos sociales y la discriminación, no importa la nacionalidad o los diferentes idiomas. La música se apodera de los cuerpos danzantes y los embruja hasta el amanecer. En una atmósfera de alegría y tradición se vive uno de los encuentros culturales más importantes del país. La Troja es más que un sitio para bailar o escuchar buena salsa, hace parte de la esencia de la cultura caribeña.

La Troja fue fundada en febrero de 1966 en la ciudad de Barranquilla. Un grupo de jóvenes de la alta sociedad buscaron disfrutar las fiestas carnavalescas de manera diferente, así que en una choza en la carrera 46 entre calle 70 y 72 armaron su primera parranda. Contrataron a Jorge López, mesero del Country Club para que los atendiera. En medio de la improvisación crearon una especie de palco y tremenda fiesta. Sin imaginar la relevancia que tendría este sitio en el futuro de la ciudad.

Al poco tiempo, el grupo de rumberos terminó por dejar a López como encargado de la cantina. Finalmente, no se sintió muy cómodo con el ambiente y regresó a trabajar al club. Decidió entregarle La Troja a Zunilda Velásquez de Madera. El local se convirtió en una especie de estadero que vendía fritos y chicha. Luego empezaron a vender cervezas al son de varios ritmos musicales: vallenato, salsa, porros y boleros. El lugar comenzó a tener acogida y se volvió popular.

La señora Zunilda siempre estuvo acompañada por su hijo, Edwin Madera, quien mostró interés por ayudarla y desde niño hizo parte del negocio. Ella era amante de la salsa. En 1980, lo llevó a un concierto en el Estadio Romelio Martínez de la Fania All Stars y Tito Nieves. Fue allí donde la pasión musical de Edwin despertó. Al año de este suceso murió su madre y tomó la decisión de darle un rumbo distinto a La Troja. El destino del lugar sería 100 % salsero. Actualmente, tiene una colección de más de 10.000 discos y 2.500 CD.

La Troja se convirtió en un referente de la salsa no sólo en la Región Caribe sino a nivel mundial. Se mudó de su primera ubicación a la carrera 44 con calle 74. Reúne a más de 1.000 personas de distintas generaciones cada fin de semana. Todo aquel que visita Barranquilla tiene como requisito ir al establecimiento. Se declaró Patrimonio Cultural y Musical de la ciudad.

El pasado 1 de enero, un grupo de personas que disfrutaban de la festividad armaron de manera espontánea una comparsa a las afueras del establecimiento. La situación no resulta extraña, no es la primera vez que la gente acaba bailando en el espacio público. Aunque no hubo riñas ni disturbios, más allá de bailar en la calle, la Policía sancionó el lugar y lo cerró por diez días.

Se debe respetar el espacio público y la tranquilidad ciudadana. Sin embargo, el Código de Policía se creó sin tener en cuenta las costumbres de cada región. Es necesario encontrar un balance y llegar a un diálogo para solucionar el problema sin afectar la tradición. Y como afirmó Alberto Salcedo Ramos: “El Caribe es un terreno en el que priman las herramientas culturales”.

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