El reconocido periodista español Santiago Segurola se refirió al tema de las estadísticas en el fútbol en un reciente artículo que recibí de mi amigo el profesor Octavio Rivera (entre los muchos y muy interesantes que gentilmente me envía casi a diario).

Hace alusión a la fascinación que producen en este tiempo en los comentaristas. “Es el seguro mundo de las cifras, donde aparentemente no hay espacio para las intuiciones y lo subjetivo. El fútbol se explica ahora (afortunadamente no por todos, agrego yo) como Google y Facebook: es una fría cuestión de logaritmos, que, sin embargo, olvidan los matices humanos que hacen del fútbol una materia apasionante”.

Hace unos años dediqué una columna sobre las estadísticas en el fútbol. Recuerdo que apelé al informe final post Mundial de Sudáfrica en el que se daban unos datos que en su momento me merecieron la misma opinión que tengo hoy con respecto a la utilización de los números como el único y más fiable medio para explicar el trámite de un partido.

Cuántos kilómetros recorrió un futbolista, cuántos balones tocó, cuántos pases ‘correctos’ hizo; el porcentaje de posesión del balón, los tiros de esquina son, entre otros, algunos de los datos que se usan para desmenuzar su desarrollo.

Sin embargo, esos datos, antes y ahora, siguen sin marcar lo más importante que debe tener un futbolista: la inteligencia de juego. La capacidad que tiene para hacer lo que cada jugada PIDE (Percibir, Interpretar, Decidir y Ejecutar).

Porque el fútbol es una toma de decisiones permanente, con poco tiempo y espacio y un adversario que quiere impedir, a toda costa, que la jugada tenga un feliz desenlace.

Por eso un pase “correcto” no puede ser solo el que le llega a un compañero, sino aquel que llega al compañero que va en mejor posición y que mejora la jugada.

A veces, el que la mejora es un pase atrás, por lo tanto la contabilización de pases hacia adelante o hacia atrás no son buenos ni malos por si solos, necesitan de la explicación de alguien que entienda el contexto de la jugada.

Las estadísticas muestran cuántos balones recuperó un volante de marca, pero no registra si cubrió a un lateral, si llegó como defensa central cuando uno de estos fue al costado, si se apresuró al salir a presionar cuando la jugada no era favorable.

En fin, las estadísticas, señor Segurola, no solo olvidan los matices humanos que hacen del fútbol una materia apasionante, sino que no dicen si los jugadores se mueven bien o mal dentro de un funcionamiento. Por eso hay que conocer de funcionamientos de equipos, del juego, y no solo de números.