Los propósitos más comunes de comienzos de enero son bajar de peso, hacer ejercicios, dejar de fumar o de tomar licor, pagar deudas, ahorrar dinero, aprender otro idioma, comprar carro o casa. Infortunadamente, se ha demostrado que solo un 10% de las personas los cumplen. Por eso, en vez de resoluciones las han llamado res-ilusiones de año nuevo.
Por ejemplo, según un estudio hecho en Cornell University en el 2014, al entrevistar a cientos de personas encontraron que durante las fiestas navideñas tendían a aumentar la compra de alimentos no saludables. Y luego, a pesar de los buenos propósitos, seguían consumiendo este tipo de comidas en los siguientes meses.
Las investigaciones han descrito algunos de los factores psicológicos que obstaculizan el cumplimiento de las promesas. Entre ellos, fallas en la fuerza de voluntad, bajo control de impulsos, estrés excesivo y pensamientos negativos.
O sea que nos queda claro que para lograr las metas hay hábitos que deben cambiar y características de personalidad que requieren transformación. Siendo así, quizá el propósito más efectivo de Año Nuevo es pedir sacar lo mejor de nosotros mismos. El mantra más práctico o la oración más poderosa es la que clama por el crecimiento personal. El decir del famoso coach Anthony Robbins, “dentro de uno existe un gigante dormido que puede ser despertado”. Esto es muy cierto. La historia nos ha mostrado miles de ejemplos de famosos personajes que obtuvieron grandes logros a pesar de las dificultades, y que lo hicieron combinando un buen espíritu con mucha dedicación. Ellos sacaron al gigante que llevaban por dentro.
La fórmula es sencilla. Hay cuatro poderes que nos propulsan a triunfar en la vida: el poder del optimismo y la fe, el poder del deseo y la intención, el poder del servicio y la contribución y el poder de la dedicación a largo plazo. Ese cuarteto sirve de antesala a la potencialidad de conseguir la salud, el dinero y el amor que todos deseamos.
Es recomendable no esperar nada que dependa de otros, sino del propio esfuerzo. Hay que liberarse de los miedos, los resentimientos y las pasiones negativas y dedicarse a construir un futuro promisorio. Teniendo claridad en las metas, preparándose bien y trabajando consistentemente, así sacaremos lo más valioso de nosotros mismos. Entonces, por la ley de la atracción, desarrollando el estado interior aumentará la probabilidad de que cambie la realidad exterior. Esa fuerza interior nos facilitará el cumplimiento de las resoluciones de Año Nuevo.
Definitivamente, un buen propósito del mes de enero es decir “este año voy a cultivar lo mejor de mí”. Al lograrlo, enriqueceremos la vida personal y familiar, y ayudaremos a construir un mejor país.
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