Una astróloga y tarotista, una numeróloga, teóloga e intérprete de runas, una usuaria de un canal de ángeles y autora de libros de autoayuda, y una tarotista y periodista de viajes, leyeron el año 2018 en sus bolas de cristal. Se trataba de saber sobre el final del Mundial de fútbol, el nombre del que será el nuevo presidente colombiano, y sobre la mayor sorpresa del mundo en este año. Cada uno de estos personajes les anunció a los lectores de la revista sus pronósticos, mientras otros periodistas, preocupados, se preguntaban si el periodismo está hecho para crearles audiencia a esta clase de videntes.

La discusión que siguió se concentró en el tema del objetivo del periodismo: ¿entretener? ¿Dar información? ¿Contar historias entretenidas?, un asunto que los estudiantes de periodismo no terminan de discutir y que los lectores de periódicos y revistas nunca tienen claro.

En más de 50 años de ejercicio del periodismo he tenido tiempo y experiencias suficientes para concluir que los periodistas no estamos para entretener a nadie, porque esta es tarea que cumplen, y muy bien, recreacionistas, libretistas de cine, televisión o radio, magos, cantantes o actores y demás genios del entretenimiento, como Walt Disney, o los creadores del Derecho de nacer, o de los superhéroes.

El periodista busca, en cambio, que los receptores de su información tengan acceso a la realidad diaria para transformarla. En vez de distraer, involucran en lo que sucede y cuanto más conocen y hacen conocer lo que sucede se capacitan para anunciar lo que vendrá. No hay que confundir esta destreza con la de los redactores de horóscopos o tarots, o con la lectura del lenguaje de las estrellas, las runas, los números o las heces del chocolate, sustitutos burdos de la proyección de los hechos hacia el futuro.

Esto es ciencia, aquello es especulación que resulta de un juego de imaginación combinado con capacidad para engañar. El conocimiento del futuro es posible a partir de un acercamiento científico al presente y al pasado, que es lo propio del buen periodismo. Son, pues, dos formas de acercarse al futuro: la especulativa y de imaginación, y la que parte del examen riguroso del presente y del pasado; en los periódicos y revistas, y por supuesto en la radio y la televisión, se pueden encontrar ejemplos de lo uno y de lo otro, como se comprueba en las páginas de horóscopos, tarot, y en las secciones para adivinos y charlatanes.

En estas páginas hay más imaginación y engaño que se ponen en evidencia cuando se comparan sus pronósticos de comienzo de año con los resúmenes de final del mismo año. En el informe periodístico, serio y profesional, hay la modestia de quien sabe que el futuro avanza entre una selva de incertidumbres y con la seguridad de quien se apoya en el conocimiento condicionado de la historia y de la naturaleza humana.

Que por qué los medios destacan la charlatanería de videntes, tarotistas, horoscopistas y astrólogos. No se lo pregunten a un jefe de redacción convencido de su papel de periodista. Esa es una pregunta para los gerentes convencidos de que el periodismo es un negocio, y no un servicio público. / jrestrep1@gmail.com