La seguridad alimentaria es definida por las Naciones Unidad para la Alimentación y la Agricultura (FAO) como la situación que se da cuando todas las personas tienen, en todo momento, acceso físico, social y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana. Con arreglo a esta definición, pueden determinarse cuatro dimensiones de la seguridad alimentaria: disponibilidad de alimentos, acceso físico y económico a los mismos, utilización de los alimentos y estabilidad a lo largo del tiempo.

Por su parte un indicador de la seguridad alimentaria lo es la subalimentación, definida como la condición en la cual el consumo habitual de alimentos de un individuo es insuficiente para proporcionarle la cantidad de energía alimentaria necesaria a fin de llevar una vida normal, activa y sana.

El último informe de la FAO estima que el número de personas subnutridas aumentó en el mundo a 815 millones en 2016, en com paración con los 777 millones de 2015. De éstos en Colombia 4,2 millones de personas están subalimentadas y 3,4 millones son personas que padecen inseguridad alimentaria.

La explicación tiene sustento en los efectos adversos de los conflictos sobre la seguridad alimentaria y la nutrición, los cuales son inequívocos y están bien documentados. La forma en que los conflictos afectan a la seguridad alimentaria y la nutrición depende en buena medida del contexto. Los conflictos tienden a crear múltiples efectos combinados, directos e indirectos, que se difunden a través de varios cauces. Pueden provocar profundas recesiones económicas, impulsar la inflación, deteriorar el empleo y debilitar los fondos destinados a la protección social y la asistencia sanitaria, en detrimento de la disponibilidad de alimentos en los mercados y el acceso a aquellos, y deteriorar la salud y la nutrición.

La repercusión en los sistemas alimentarios puede ser intensa si la economía y los medios de vida de las personas dependen significativamente de la agricultura, puesto que los efectos pueden sentirse en toda la cadena de valor, en especial la producción, la cosecha, el procesamiento, el transporte, la financiación y la comercialización. Los conflictos socavan la resiliencia y a menudo fuerzan a las personas y los hogares a adoptar estrategias de supervivencia cada vez más destructivas e irreversibles que ponen en peligro sus medios de vida futuros, su seguridad alimentaria y su nutrición. La seguridad alimentaria es tema inevitable de la coyuntura política.