Se remitió entonces el contenido de los documentos sobre edades de los peloteros de Atlántico que, como ya contamos tenían entre 14 y 16 partidas de bautismo en una misma iglesia, una demostración palmaria del fraude que se había urdido.

Ya no quedaba otra cosa que esperar qué decisión tomaría el monstruo de los corbatudos alojados en Coldeportes nacional, así como en el seccional, donde nadie ve el fruto de un trabajo en pos de la fecundidad del deporte.

Las semanas y los meses pasaban sin que hubiera decisión alguna para desbaratar ese falso andamiaje de edades ‘chimbas’, cuando todo el mundo en Barranquilla esperaba la señalización de los responsables.

‘El Capi’ seguía fielmente su trabajo de enseñar béisbol, algo que hacía en la práctica diaria en los distintos comités beisboleros de la cuidad.

Sabemos que en la práctica, ‘Capi’ Arrieta estaba de hecho exonerado de cualquier acusación de falsedad (lo vamos a decir con pena porque muy pocos saben que él era analfabeta; y qué persona puede cometer un acto de esta clase en esas condiciones).

Pues, el ‘butifarrero’ de Coldeportes Nacional no se molestó en ningún momento en citar al ‘Capi’ a una indagación, no indagatoria, toda vez que él era un hombre inocente de cabo a rabo, y pásmense los lectores: ‘el Capi’ Arrieta fue responsable único de ese entuerto para burlar las edades de los participantes.

Este drama que no se ha visto nunca en Colombia, a pesar de que se practica la suplantación de las edades en casi todos los rincones del país, tuvo perfiles tan trágicos y dramáticos, o tan dramáticos y al final trágicos, por cuanto ‘el Capi’ Arrieta cuando supo que había sido descalificado, y prohibido de ir a un diamante de béisbol, se encerró en su casa y no puso un pie más fuera de esta sino como un cadáver, porque a él lo mató la pena moral causada por un tal ‘tribunal de honor’ de Coldeportes Nacional, capaz de tener en un estrado deportivo a cinco miembros totalmente irresponsables.

Ese tribunal estaba compuesto por tres hombres y dos mujeres. Tal parece que el bochorno causado por su insensatez, produjo a la postre la separación de los cargos y su retiro definitivo de Coldeportes.

Ningún funcionario de Coldeportes ha tenido el arresto (o, si lo quieren, digamos que el descaro) de referirse a este hecho vergonzoso, que como decían los viejos barranquilleros, para muchos los mejores ciudadanos de Colombia, es un caso que “no tiene orilla”.