Colombia ha sido a veces un país violento” es una afirmación que deja espacio para épocas en que no lo ha sido, como los 40 años que siguieron a la guerra de los mil días, y “Colombia ha sido a veces un país políticamente violento” abre la puerta a reconocer en ella distintos tipos de violencia, incluyendo una amplia gama de violencia apolítica. Ambas ilustran la aproximación a la historia del más reconocido estudioso británico de Colombia, Malcom Deas. Afirmación esta apoyada en los cincuenta años que lleva escudriñando con lupa nuestros tiempos y espacios con la perspicacia de Sherlock Holmes. Su libro de 1994 Intercambios violentos, ya en la tercera edición, es una buena muestra de su escuela. Escuela que se me ocurre calificar de “impresionista”, pues consiste en numerosos trazos cortos, nítidos, coloridos, reveladores, que van conformando la compleja y cambiante realidad de actores y factores que han moldeado nuestra historia.

Basado en una rica batería bibliográfica el profesor Deas precisa que en muchas ocasiones “la violencia política no es necesariamente revolucionaria ni implica forzosamente una represión violenta por el Estado”. Evita también la tentación de explicar toda la violencia “como producto directo de la marginalidad y la pobreza relativa o en función de linderos y colonizaciones”. Se aparta de la inclinación de otros europeos a dar por sentado el salvajismo suramericano que, acota, palidece al lado de las atrocidades cometidas por los ingleses en Irlanda. Todo ello para abocarse a un trabajo más dispendioso que no desaproveche la posibilidad de teorías más satisfactorias sobre la violencia colombiana. Resalta en cambio, entre varios aspectos menos registrados, “la violencia política en busca del poder, allí donde el Estado no puede reclamar de manera convincente el monopolio de la fuerza”. En un Estado débil el enemigo no siempre es este, sino “los rivales por el poder territorial” político, económico o simplemente mafioso.

Veamos, a propósito, algunas noticias tomadas de El Tiempo en los últimos meses: octubre 29, 2017 “Las bandas detrás de 13 tiroteos en la frontera. Elenos, colectivo chavista y paras se pelean narcorrutas y contrabando. Han hallado 10 cadáveres”. Diciembre 9, 2017 “Presencia de grupos ilegales y hasta la geografía dificultan el aterrizaje de la paz”, y “La ausencia del Estado aumenta la deforestación”. Diciembre 11, 2017 “Van 20 muertos en menos de 15 días en el suroccidente del país. Disidencias de las Farc, Epl, Eln y grupo “Resistencia campesina” relacionados con los hechos.” Y “Homicidio ha bajado este año un 10%”, coincidente con el pronóstico hecho por el general Manuel José Bonett como el mejor escenario posible resultante de la paz con las Farc. Tal vez el mayor beneficio de esta sea entonces impulsarnos a enfrentar con más ahínco el otro 90% de esa violencia. Como el cobarde y criminal ataque del sábado perpetrado aquí en Barranquilla contra nuestra abnegada Policía, justo cuando terminaba de escribir esta columna.

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