He descubierto que toda la desdicha de los hombres proviene de una sola cosa, que es no saber permanecer en reposo, dentro de una habitación” Pascal

Las sociedades contemporáneas cada vez más complejas, urbanizadas y multiculturales, requieren de un mínimo común ordenador de las conductas humanas y de sus espacios a fin de que se pueda sobrevivir de forma civilizada. Por ello, los ordenamientos jurídicos constitucionales y sus leyes de ordenamiento territorial se establecen como referentes de valores para conformar una sociedad más sana, respetuosa del otro diferente y en últimas más feliz.

¿Pero, podrá una sociedad cada vez más ruidosa como la nuestra, ser feliz y más y pacifica? …. Tengo serios reparos a la forma cómo en Barranquilla se expresa la alegría, desconociendo al otro, que no ha sido invitado y/o no lo interesa participar del jolgorio ajeno. Máximo cuando se tiene como premisa básica que siempre se debe llenar el espacio de música con alto volumen para darle color al momento, pero ahogando eso sí, la conversación directa entre semejantes.

Con esas manifestaciones culturales descartamos de plano el valor del silencio que nos permitiría practicar el aforismo griego "Conócete a ti mismo". Cada vez son más incapaces de permanecer solos y en silencio sin sentir una angustia insufrible o un vacío insoportable. Sin saber estar a gusto con nosotros mismos en los momentos de soledad e inacción, sin la capacidad de orientar el tedio hacia la exploración interior (Riechmann)

Por ello, la dirigencia local debería revisar las premisas con las que pretende construir una Barranquilla más feliz y pacífica. Pues por lo que vemos hoy, se está engendrando una cultura ciudadana incapaz de aceptar, de “tolerar”, el silencio como un derecho y un valor en nuestra ciudad. Además, la Alcaldía está manifestando debilidades en su responsabilidad de proteger y respetar los derechos de los particulares, como la intimidad, la tranquilidad y el silencio; en hacer cumplir las directrices del uso del suelo y velar por la convivencia pacífica. Claro está, que los barranquilleros con nuestra misma cultura ruidosa no colaboramos en ese sentido.

Por otro lado, entendemos que la moderna zonificación urbana incorpora cierta diversidad de usos para generar una vida más orgánica a sus habitantes. La simplificada versión de zonificación total del Movimiento Moderno que en su momento impulsaban arquitecto del CIAM en 1950 como Le Corbusier, está felizmente superada. Pero la integración de usos exige de limitaciones y obligaciones para que sea funcional. Por eso el POT de Barranquilla contempla en su artículo 535, la obligación de una adecuada insonorización de los recintos cuando sus usos generan ruidos por encima de lo permitido.

En 1993, siendo Secretario de Planeación Distrital, le negué la renovación de los usos del suelo a “La Troja” porque ubicada frente al parque Suri Salcedo, violaba las disposiciones del código nacional de policía. De su nueva localización desconozco las autorizaciones respectivas. Pero lo cierto es que le ha significado un rotundo éxito económico, pero persiste como fuente de contaminación acústica y con frecuencia ocasiona trancones de tráfico insoportables. Ya es hora que se mude a un espacio adecuado y seguía el ejemplo de Jardín Águila (1935) que ocupaba 10.000 m2 en pleno corazón de la ciudad. Pero eso si, deberá estar insonorizada adecuadamente como las grandes discotecas de Yumbo (Cerca de Cali). Así por fin los vecinos ganaremos la paz.

Por otro lado, los residentes del barrio el Prado se encuentran perplejos por la forma tan impune como varios establecimientos comerciales, violan las regulaciones del POT y las disposiciones del código nacional de policía. Negocios de telefonía celular, de instrumentos musicales, canchas de fútbol, bares, restaurantes, casas de eventos, pareciese que eso de las normas y el ruido no fuesen con ellos. El silencio está ausente en las noches del barrio impidiendo que cada uno y cada una puedan estar sosegadamente a solas, o con su familia, disfrutando de una conversación “no gritada”.

De persistir la contaminación acústica en el Prado, terminara por afectar su habitabilidad, y muy seguramente será degradada su condición de bien de interés cultural de la nación. Para infortunio de la ciudad y su historia.

*Arquitecto