Con el segundo lustro del nuevo siglo nos llegó también una nueva mentalidad. Atrás quedaron las épocas en las que el pensar y el actuar de autoridades, empresarios, gremios y ciudadanos del común andaban inmersos en un criterio filatélico: todo era pequeñito, reducido, añuñío. Y, además, mediocre. Aún se recuerda el despliegue mediático, todo el gabinete como gran logro inaugurando unas chazas de venta adosadas a un muro del Romelio. También se encuentran como testimonio de aquella mediocridad algunos de los horrorosos puentes peatonales metálicos. Además imperaba la protesta, la crítica malsana, protestamos por la construcción de una bonita gasolinera en un horrible monte en la 84 con 51B, protestamos porque se levantaría una moderna venta de carros en basurero aledaño al arroyo del Country; protestábamos por todo y sobre todo por lo que no fuera iniciativa del protestante. Eran épocas en las que se pensaba que ampliar la Circunvalar era añadir a cada lado tres metricos, con un bordillo como separador; eran épocas en las que, si bien nos habíamos percatado de la importancia de ser ciudad de ribera, proponíamos abrir ‘ventanas’ para poder mirarlo de cerca; La Loma, isla de cien hectáreas en el corazón de la ciudad –llamada a ser nuestra Manhattan– se estaba destinando para una gigantesca laguna de oxidación; épocas en las que se pensaba que la solución a los arroyos no podía ser de seguridad vital, sino vial, con muchos puentes vehiculares; épocas en las que tanta mediocridad llegaba a oídos de los gobiernos nacionales y, claro, nos ignoraban, no mandaban plata, al punto que absurdas pugnas internas perturbaron la aprobación de la ruta de un Transmetro que terminó mutilando la carrera 46. En fin, fueron nefastas épocas de urbano y mental estancamiento.

Hoy todo cambió. El “Acuerdo Social por la Ciudad” de Hoenigsberg marcó la partida, y una providencial continuidad de criterio y gran capacidad de los tres últimos alcaldes inició la transformación: está desaparecida la amenaza que para vidas y movilidad significaron los arroyos; ya sabemos que no es misión imposible. Y en lo social, la recuperación de los parques, con moderno equipamiento recreativo, buena iluminación y seguridad constituyó incomparable espacio de solaz en los barrios, sus habitantes de todas las edades gozándolos masivamente. Grandes colegios dotados con todos los espacios, y requerimientos didácticos se reflejaron en índices educativos de primer nivel; Puestos de Salud, Pasos y Caminos con los más modernos equipos son en salud ejemplo nacional de atención y calidad; los imponentes escenarios deportivos para todas las disciplinas, amén de la inversión en preparar nuestros deportistas para que su papel en los Juegos sea decoroso. Ni hablar del Puerta de Oro, y sobre todo de la vía escénica paralela al Río, que no es ventana sino inmenso portal. Con ella seremos una gran nueva ciudad.

Bien por nuestros últimos alcaldes. Nos cambiaron la fisonomía y la mentalidad. El país admira y envidia nuestra indiscutible metamorfosis.

rzabarainm@hotmail.com