La calle Caldas (clle. 38), llamada así en honor del sabio Francisco José de Caldas y Tenorio, –prócer de la Independencia– se llamó calle del Camposanto porque allí estaba el cementerio, en el parque San José –o Parque del Centenario de la Independencia–, donde funciona actualmente la Biblioteca Departamental Meira del Mar. A la siguiente calle, la 39 (Las Flores), se le llamó así porque allí se ubicaban los vendedores de flores para el cementerio. En mitad del parque San José se encuentra la estatua de La Libertad, donada en 1910 por la colonia siria en Barranquilla, con motivo del centenario de la Independencia.

A un costado, la iglesia de San José, una de las tradicionales de la ciudad y una de las preferidas para asistir a la misa dominical. La gente se engalanaba para asistir a la santa misa, a diferencia de hoy, que muchos van ‘en chancleta tres puntá’ y ropa ‘casi que interior’. Las mujeres lucían finas chalinas españolas, y los hombres, saco de lino y su mejor corbata. Y los pelaos a los que ya les habían “echado los largos” aprovechaban para lucirlos ante el numeroso público asistente. El sermón lo decía el padre desde el púlpito. Uno de los sacerdotes con acento marcadamente extranjero hacía ruborizar y temblar a más de un pecador, pues cuentan que mientras confesaba repetía en voz alta los pecados del confesado. Era cuando algunos ‘pecadillos’ que ahora no necesitan confesión eran considerados faltas graves y confesables; aunque no me consta porque nunca me confesé con el citado padre, pero eso se rumoraba en aquella época en la ciudad. La iglesia de San José es otra de nuestras joyas arquitectónicas que merece ser restaurada.

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