El pasado martes en la plenaria del Senado se definió el rumbo de la Consulta Anticorrupción. Aplazaron el aval del mecanismo para el 5 de junio. Una de las razones fue el hecho de que Claudia López es una de las promotoras y, al mismo tiempo, la fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo. Según algunos congresistas, esto interferiría en las campañas presidenciales. Si este era el objetivo principal para prorrogar, ¿por qué se escogió una fecha que está en medio de una posible segunda vuelta? La dupla Fajardo/López podría pasar a segunda vuelta. Entonces, ¿se volvería a aplazar? ¿Es la verdadera razón o sólo son trabas para hundirla? ¿La Coalición Colombia se da por vencida de antemano? La realidad es que la consulta es un buen inicio para la lucha contra la corrupción, pero empieza a demostrar que no resuelve los problemas de fondo y podría llegar a ser inane.
La consulta recolectó más de cuatro millones de firmas. Los ciudadanos están cansados de la clase política clientelista. La corrupción es una de las dificultades más notorias del país. Sin embargo, no se puede adornar el asunto. Tampoco se puede ser condescendiente. El primer paso para combatir la corrupción es enfrentar a los corruptos. Más allá de una consulta existe un problema estructural. Si comenzamos a maquillarlo desde el principio, ¿cómo pretendemos vencerlo?
Es importante que los partidos políticos apoyen estas iniciativas. El punto es que varios de estos partidos están involucrados en los escándalos de corrupción más alarmantes de los últimos años. No es sólo un tema de individuos, la corrupción es un pulpo que con sus tentáculos rasguña los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, de la mano de los grandes grupos empresariales y los medios de comunicación, hasta llegar a la ciudadanía.
Se requieren reformas políticas y transformaciones socioculturales. “El vivo vive del bobo”, “la malicia indígena”, “tú no sabes quién soy” y “todo pasó a mis espaldas” son frases que indican la raíz del problema. Desde el ciudadano que le “tira la liga” al policía para evitar la sanción que merece, hasta el político que roba y nunca responde. La corrupción hace parte del ADN del colombiano. Por esto, es un tema que no puede pasar por el lobby político ni entrar en cálculos electorales.
Las cosas hay que llamarlas por su nombre, algunos partidos no pueden ser tan descarados y hacerse los más interesados en combatir un conflicto que ellos han incrementado. Sus líderes y jefes deberían responder por escándalos como Odebrecht. Por ejemplo, al respecto, dos candidatos presidenciales siguen sin dar media explicación. Sería interesante que nos contaran qué fue lo que pasó con la multinacional brasileña. Esto aportaría de manera real a la lucha contra la corrupción, en lugar de apoyar una consulta a la que le hacen zancadillas. Asimismo, quienes llevan la bandera de esta lucha están obligados a entender que hay límites.
“No todo vale”, frase que caracteriza al Partido Verde. La consulta requiere la aprobación del Congreso para llegar a las urnas, mientras que lucha anticorrupción exige un camino genuino para alcanzar sus objetivos.
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