En un video-reportaje del añorado Ernesto McCausland, Luis Meza relata cómo su amigo Juancho Polo Valencia le compuso Alicia Adorada a su esposa, Alicia Cantillo, quien falleciera mientras él se encontraba lejos. Recuerda al acordeonero en el cementerio parado sobre la tumba, creando la famosa tonada. “Se murió mi compañera qué tristeza, Alicia mi compañera qué dolor.”
Se presume que los hombres no podemos expresar sentimientos. Pero nos sorprendemos al escuchar a obreros de construcción, taxistas y otros varones cantar vallenatos a todo pulmón. ¿Qué motiva esta pasión? Según nos dijo el gran compositor Romualdo Brito, el vallenato es un vehículo para expresar el “sentir” de un pueblo.
Para escribir esta columna solicité la ayuda de Rosmy Camargo, comunicadora social, experta en este género. Usando las redes sociales, hicimos una encuesta y encontramos varias categorías.
Hay vallenatos nostálgicos por el amor perdido. En Momentos de Amor, Fernando Meneses cantó: “Ay corazón mira bien, de qué vale recordar, momentos de aquel querer si ya nunca volverán”. Muchos hablan de familia y amistad.
Rafael Escalona cantó a su amigo Jaime Molina: “Ahora me duele que se haya ido… yo quedé sin Jaime y él sin Rafael”. Otro valioso es Mi hermano y yo de Emilianito Zuleta. Hay vallenatos arrepentidos. En Volvamos Fabian Corrales se lamenta: “me perderé en los años lleno de remordimiento, contigo fui egoísta, no supe valorar tu amor”.
Muchos suplican amor. Marcos Díaz se lamenta: “porque no te tengo mi vida es que estoy así”. En Súplica de amor Edilberto Daza implora: “Tu eres la fuente de mi alegría recapacita y vuelve conmigo”. Rosendo Romero sueña en Fantasía, “que diferente sería mi vida si me quisieras”. Y Gustavo Gutiérrez pide, “De igual modo yo te pido ven y riega el alma mía”. Otros son de despecho. En un famoso drama de amor, Chiche Maestre lloró con Ahí vas
aloma. “Y ahí vas paloma, ya rompiste hasta el alma de mi alma”.También están los “llorones” o de infidelidad. Los ganadores son Marianita, El santo cachón y Búscate un confidente. Estos muestran los cambios en el balance de poder hombre-mujer. Son una lección a los machos que antes, en la voz de Diomedes Díaz, se ufanaban de vivir “Cantando, gozando, trabajando y mujereando”.
En conclusión, los vallenatos son algo más que baile y parranda. Son sentimientos universales que aplican a todos, incluyendo a las mujeres. En los conciertos las oímos dedicar melodías como Amarte más no pude de Marciano Martínez. “Te quise con el alma, bien sabes, que amarte más no pude, volaste con rumbo hacia las nubes más altas, ya no pude alcanzarte”.
Un amigo, quien no gusta de esta música, se queja: “‘Nofriegue’, no solo lo escuchan, sino que lo cantan a gritos”. Ni modo, compadre, nada que hacer. No se pueden bloquear los sentimientos.
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