Desde cuando escribí en EL HERALDO una columna contándoles a mis lectores todo lo que, aprovechando un descuido de mi señora, encontré dentro de su cartera, y desde el día en que por sus merecimientos para conducirme cuando yo manejaba el carro, la rebautizamos –mis lectores y yo– con el honorífico y bello nombre de ‘la copiloto’, desde entonces está retrechera conmigo, lo cual me preocupa, pues sospecho que está tramando una nueva venganza por haber divulgado yo la carrandanga de chécheres que cargaba en la cartera y por aquello de la rebautizada. Crecen mis sospechas al recibir en el día de ayer una extraña invitación que me huele a ‘sacada de clavo’, pues dice: La Asociación Nacional de Amigos de la Siesta (Anas) conocedores de su adicción por esta, lo invita a participar en el Primer Campeonato Nacional de Siesta en Madrid (España). Yo me pregunto, ¿cómo diablos se enteraron de mis largas siestas?, ¿de que no resisto ni media hora despierto frente a un televisor?, ¿de que apenas pongo la cabeza en la almohada empiezo a roncar con tal intensidad que el ruido traspasa los tapones de oídos que usa mi señora para contrarrestar la contaminación sonora que produzco? Que mi ronquido es artístico, con “allegros, vivaces, staccatos” y rompe la monotonía de la noche. Por todas estas razones y como gran dormilón, roncador y quitasueño, podría calificar para competir, pero me intriga quién reveló mis secretos. ¿Sería ella? ¿Sería que lo hizo en un momento de desesperación cuando en vano intentaba conciliar el sueño con el roncador a su lado? No me sorprendería que se inscribiera como candidata para participar en la serie de la TV americana Desperate Housewives.

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