No se trata de crear más zozobra de la que ya existe entre el pueblo colombiano, pero sí es necesario resaltar la incapacidad que se está demostrando a todo nivel, de mirar hechos importantes con objetividad. Con tristeza se debe reconocer que esto está pasando inclusive dentro del Gobierno en su tema estrella que la historia le reconocerá: haber logrado el Acuerdo Final con las Farc. Para quienes puedan deponer los odios, el resentimiento, los sentimientos negativos, es necesario volver a analizar el llamado de Humberto De la Calle sobre los peligros que hoy rodean el proceso de paz. Este mensaje tiene el profundo inconveniente de haberse dado en medio de una campaña presidencial donde De la Calle no es de los punteros. Por ello es fundamental retomar y reconocer la importancia de tratar de mirar objetivamente mensajes como este.

Primero, para nadie es una novedad que estamos pasando por el momento más duro desde que se firmó el Acuerdo. Hoy ha quedado en evidencia que tenemos un Estado, que algunos quieren recortar aún más, que ha sido incapaz de estar presente en todo el territorio nacional de manera que era previsible, y así se dijo, que espacios dejados por las Farc serían copados por todos los actores perversos ligados al narcotráfico, que siguen creciendo en el país. Hoy en vez de un conflicto generalizado tenemos tres o cuatro guerras, cruentas, casi inmanejables, en las cuales se ha demostrado la incapacidad del Estado para hallar una solución. Es absolutamente increíble que no hemos sido capaces de encontrar los cadáveres de los tres periodistas ecuatorianos asesinados, ni aún peor, localizar a su asesino. Y todavía algunos ilusos proponen rebajar impuestos para debilitar aún más esta capacidad legal de combatir nuestros males de siempre.

Hacer un llamado para que el Gobierno actúe, para que la ciudadanía apoye como lo hace De la Calle es realmente una obviedad, si se hubiera dicho fuera del debate presidencial. Pero lejos de enfocarse en ese llamado absolutamente necesario, todo se concentra en si se extradita de inmediato a ‘Santrich’ o si se espera que la justicia colombiana tenga todos los elementos necesarios para proceder. Y ahí sí se perdió toda la objetividad, y se consolida el odio a las Farc, alimentado exitosamente por ellos mismos y por esa derecha colombiana cegada por el deseo de venganza, que ha triunfado y se ha ido en contra del mensaje de De la Calle.

¿Será que no queremos aceptar que el Wall Street Journal tiene un odio visceral contra este grupo guerrillero, y además cree totalmente en la superioridad de Estados Unidos sobre un país en desarrollo como Colombia? Pongámosle primero serenidad a este análisis y miremos objetivamente, es decir, midiendo la relación costos-beneficios en el proceso de entender este llamado, casi desesperado, a no acabar con el mayor logro político que hemos tenido en décadas. ¿Cuánto pagarán nuestro hijos, nietos y futuras generaciones si se reanuda el conflicto con las Farc?

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