Faltan 15 días para la primera vuelta presidencial y las posiciones en las encuestas están inmóviles desde hace varias semanas. No parece que habrá cambios importantes en el tiempo restante. Las dos incógnitas que quedan por resolver son: quién ocupará el tercer lugar y si habrá o no una segunda vuelta.
Un muy difundido análisis de la firma Cifras y Conceptos le da a Vargas Lleras la posibilidad de alcanzar a Gustavo Petro y colarse en el segundo lugar, pero dudo que lo logre. Veo probable que la maquinaria vargasllerista le arrebate el tercer puesto a Sergio Fajardo, más no que zanje los 10 o 15 puntos que separan al exvicepresidente del candidato de la Colombia Humana. El segundo lugar de Petro está prácticamente asegurado.
De hecho, y con esto paso a la segunda incógnita, creo que si alguien está siendo subvalorado por las encuestas no es Vargas, sino Petro. Lo digo sin mayor evidencia, es solo mi percepción personal nutrida de lo que escucho en la calle y en las redes sociales, además del hecho de que la campaña de Petro ha sido, me parece a mí, la más efectiva de todas. Y, según datos del Consejo Nacional Electoral, con corte a marzo, la mejor financiada.
De manera que la victoria en primera vuelta a la que aspira Iván Duque no es nada evidente. Sin embargo, tiene razón el Centro Democrático en insistir en alcanzarla. A partir del 28 de mayo el terreno político será otro; todo tipo de alianzas y movidas que hoy nos parecen inconcebibles podrían ocurrir. En los últimos días, por ejemplo, hemos visto a los uribistas dejarse acompañar de Viviane Morales, la exfiscal a quien acusaban de perseguirlos, y a Armando Benedetti hacerle campaña a Vargas Lleras, a quien hace unos meses no bajaba de ladrón. Nada debería sorprendernos. Sobre todo porque, en esta ocasión, Petro ha exhibido un temperamento más pragmático que el que le conocíamos. Ha estado dispuesto, incluso, a hacer alianzas con partidos del establecimiento al que tanto critica, como el Liberal.
En otras palabras, en la segunda vuelta cualquier cosa puede pasar. Por más que vaya de primero en las encuestas, Duque no tiene el triunfo asegurado, ni creo que a Petro le suceda lo que a Jean-Marie Le Pen en 2002. El paso del candidato ultranacionalista francés a la segunda vuelta unificó al establecimiento en su contra tanto que su rival, Jacques Chirac, obtuvo la mayor victoria en la historia de la elecciones de ese país.
Lo único seguro es que se está configurando algo sobre lo que muchas veces advertí en este espacio: que la incorregibilidad de la clase política, el hastío de la ciudadanía con la corrupción y la polarización frente al acuerdo con las Farc debilitarían a los partidos tradicionales y le abrirían las puertas a una alternativa peligrosa. Sí, peligrosa: pues el programa económico de Gustavo Petro dejará al país en algún punto medio entre la disfunción y el desastre, y en todo caso muy alejado de la prosperidad y el crecimiento. Eso también lo he advertido muchas veces en este espacio; a ver si esta vez, ojalá, me equivoque.
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