Quedé boquiabierto con el estadio de béisbol Édgar Rentería. El viernes pasado lo recorrí por cada uno de sus rincones y me llevé una impresión totalmente positiva. Por dentro y por fuera, el nuevo escenario es espectacular, asombroso, majestuoso, agradable, cómodo. Dan ganas de agarrar la manilla y el bate. Provoca ver un jonrón, un fildeo, un strike.

El cambio es extremo. Pasamos de un vetusto y acabado Tomás Arrieta a un moderno y atractivo diamante que ni en los más optimistas sueños se vislumbraba tan brillante.

Hace casi un año tuve la gran fortuna de cubrir para EL HERALDO el Juego de Estrellas del Futuro (con Edgar Rentería como mánager del equipo de extranjeros), el Derby de Jonrones y el Juego de Estrellas de Grandes Ligas en el Marlins Park, de Miami, y pude conocer muy de cerca lo que es un escenario para acoger a la élite de la pelota caliente. Comparando con lo que vi allá, uno no puede decir que el estadio de acá es exactamente igual a uno de las Mayores, pero sí se puede sacar pecho y expresar con orgullo que el nuevo recinto beisbolero de los barranquilleros es el mejor de Sudamérica y está a la altura de lo que merecía y exigía este deporte que tanta gloria le ha dado a Colombia.

Cuando tengan la oportunidad de ingresar, se darán cuenta de la talla del estadio y de que no exagero. Es un jonrón con bases llenas.

Impresiona por lo que se aprecia en el campo y las tribunas, pero así mismo por la forma en la que fue adecuado, por los vestidores y todos los espacios interiores, aptos para practicar el béisbol al más alto nivel.

El Edgar Rentería es el escenario bandera de los Juegos Centroamericanos y del Caribe Barranquilla-2018 (del 19 de julio al 3 de agosto), pero no es el único que genera satisfacción y orgullo. Los que he visto presencialmente hasta ahora (el Romelio Martínez, Parque de Raquetas y el Coliseo de Combates ‘Baby’ Rojas, antiguo Humberto Perea), lucen muy bien también.

Si todo avanza como hasta ahora, la ciudad va a cumplir y se va a lucir con las justas. El desafío que viene después es darle buen uso a todos los escenarios y mantenerlos en perfecto estado. En Colombia no es que seamos medalla de oro cuidando las cosas. A las autoridades y a los mismos ciudadanos nos falta gestión y cultura, respectivamente, en ese sentido. A los escenarios hay que darles actividad y mantenimiento permanentes para que al poco tiempo no terminen en ruinas como muchos de los que reemplazaron. Ese es el próximo reto.