La semana anterior, el claustro académico de la Universidad del Norte, constituido por profesores, alumnos y administrativos, rindieron un cálido homenaje a su Rector, Dr. Jesús Ferro Bayona, quien pronto dejará la rectoría de esta prestigiosa institución educativa.
Nacido en el centro del Caribe colombiano, Jesús Ferro se formó como un intelectual recibiendo la herencia del enciclopedismo francés, la ilustración inglesa y el humanismo alemán, pero sin perder sus raíces de hombre caribe. Esa formación en la pluralidad de culturas le permitió salir del estrecho mundo de los especialistas académicos y adquirir la necesaria vinculación entre la filosofía y la vida pública. Su pensamiento, expresado en numerosos libros, y su acción, que se refleja en el ejercicio de la rectoría de la Universidad del Norte, le permitieron mantener con firmeza inalterable sus convicciones humanistas, en medio de la barbarie y la violencia que ha arreciado en este país.
Cada ser humano posee un potencial inestimable de imaginación, de creatividad, de capacidad innovadora, que ligado a un espíritu de solidaridad puede contribuir de una manera fundamental a mejorar la condición y el devenir humanos. Algunas personas, como Jesús Ferro Bayona, tienen la capacidad para liderar, poner en marcha y volver realidad sus sueños, cuestión que es muy poco frecuente, porque solo los intelectuales temerarios se atreven a ir más allá de su discurso.
Una de las inquietudes de la Rectoría de Jesús Ferro fue su preocupación creciente por la calidad de vida de los colombianos, especialmente de las poblaciones más vulnerables. Igualmente, amplió su concepción del desarrollo con enfoques más humanistas, y avanzó en la estructuración de un cuerpo de conocimientos y tecnologías orientadas hacia la promoción del desarrollo social hasta convertirla en un centro de acción y producción cultural.
El deber del filósofo, dice Mark Lilla, ensayista e historiador de Columbia University, reside en vigilar e iluminar el ámbito oscuro de la vida pública. El mundo intelectual encerrado y protegido de las universidades privó a muchos filósofos de la posibilidad de jugar un papel sensato en lo público. No ha sido el caso de Jesús Ferro, quien desde la Universidad del Norte pudo proyectar a esta institución al centro de la vida pública, especialmente a través de la educación, la formación y la investigación. Su quehacer intelectual ha servido de orientación a las mentes de miles de jóvenes, y la investigación desarrollada en este centro, junto con cumplir con la rigurosidad del paradigma de la ciencia, ha generado conocimientos que, en la mayoría de los casos, han sido útiles para satisfacer demandas apremiantes de la población.
Quienes tuvimos el privilegio de trabajar junto al Dr. Jesús Ferro pudimos constatar directamente su calidad humana, su nobleza y su inteligencia creadora. Estoy seguro que en esta nueva etapa de su vida, desde otro ámbito, seguirá realizando valiosos aportes a la nación y, especialmente, a su querida región Caribe.
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