¿El miedo y el odio fueron ayer los grandes electores? Escribo esta columna antes de la jornada electoral y solo sé que esta no ha sido la fiesta de la democracia de que habla la retórica.
La falsedad, el miedo y el odio se apoderaron del escenario, como solo podía esperarse de un país enfermo.
Los resultados de las últimas encuestas de salud mental así lo demuestran. La larga violencia ha dejado su marca de miedo y de odio sobre la piel del país. En 1993 el ministerio de Salud descubrió que el 63% de la población tenía posibilidades de trastornos mentales; había rabia en el 24.5%, desilusión en el 37.7% y amargura en el 8.6%. Una nueva encuesta en 1997 encontró el mismo inquietante hecho de una sociedad enferma y la encuesta de 2003 colocó a Colombia en el segundo lugar de países del mundo con mayores problemas de salud mental, entre Estados Unidos que fue el primero, y Ucrania que fue el tercero.
La encuesta de 2015 ratificó los datos de 1993: el 9% de la población colombiana afronta trastornos mentales y 12 de cada cien adolescentes tienen problemas. Pero la parte más dolorosa tiene que ver con los niños; el 13.7% de ellos ha sido victima de desplazamiento, o de violencia, o de las dos circunstancias. En 2016 había casi medio millón de niños bajo asistencia psicológica, víctimas del trastorno de estrés postraumático.
Según el ministro de Salud, Alejandro Gaviria, uno de los mayores efectos del conflicto es el sufrimiento que, tratado, les daría a las víctimas seguridad, autoestima y dignidad. Un psicólogo de Estados Unidos que visitó al país en 2015, resumió su experiencia: “ bajo las condiciones en que ustedes viven, las emociones se salieron de control”. Habría podido compararlas con las aguas del Cauca en Ituango. Un periodista español transcribió la opinión de la psicóloga Diana Patricia González, descendiente de afros y nasas del Cauca: “el de Colombia es un problema de salud mental. La incapacidad para compartir el dolor, ver al otro como un enemigo. Habría que poner al país en un diván”.
Lo dijo con otras palabras Arturo Wallace, corresponsal de la BBC: “Me voy con la sensación de que la capacidad para ponerse en los zapatos del otro va a terminar siendo lo que definirá el futuro del país” Coincidió con él el psiquiatra Luis Carlos Gómez Restrepo al comentar la encuesta de salud de 2015: “carecemos de lo más básico: la empatía por el sufrimiento del otro”.
Me pregunté si en estas elecciones el miedo y el odio fueron los grandes electores y los datos que ustedes acaban de leer responden esa pregunta. Cualquiera solución en el futuro tendrá que partir de esa realidad: Colombia es un país enfermo. Decía refiriéndose a Suráfrica el arzobispo Desmond Tutu: “La mejor manera de garantizar que no suceda de nuevo es examinar el pasado doloroso, conocerlo y entenderlo y, sobre todo, trascenderlo juntos”. Que es lo que debió suceder ayer.
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@JaDaRestrepo