Uno de los ejes fundamentales de la segunda administración del presidente Juan Manuel Santos –que culmina en agosto próximo–, fue la educación. Al lado de ella, la paz y el ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) fueron los compromisos gubernamentales más promovidos y pregonados en los escenarios nacionales e internacionales. Fue tanta la importancia que le reconoció el actual gobierno a la educación, que la definió como uno de sus pilares programáticos, pero buena parte de la tarea aún está por hacer.

Según datos del Ministerio de Educación, entre 2010 y 2018 la inversión en educación en el país creció en un 79%, al pasar de 20,8 billones a 37,4 billones de pesos, que representan un 4,9% del PIB Nacional. Pero la deuda histórica del Estado con este sector sigue siendo trascendental. Si nos comparamos con países desarrollados, la brecha es inmensa, pero incluso con nuestros vecinos, nuestra inversión en educación es comparativamente más pequeña; por ejemplo, en Costa Rica es del 7,8% de su PIB; en Chile, el 6,9%; en Jamaica, 6,3% y en Brasil, 6,1%.

En cuanto a educación básica y media solo el 12,5% de estudiantes del sector oficial tienen la oportunidad de asistir a jornada única, siendo este un factor trascendental para el rendimiento intelectual de los jóvenes. En las pruebas Pisa de 2016 alcanzamos resultados deficientes.

En cuanto a la calidad de la educación superior, solo el 19% de los programas de pregrado están acreditados. En relación con la acreditación institucional de las IES, apenas el 17% tiene ese sello de alta calidad. Además, la ciencia y la tecnología, que de la mano de la educación constituyen los soportes de las sociedades que en el siglo XXI aspiran al desarrollo, continúan siendo las cenicientas en nuestro país.

Hace apenas una semana que Colombia ingresó a la OCDE, por lo que necesariamente debe replantear sus políticas y estrategias en materia de educación para recortar la brecha con los indicadores promedios de este club de países de buenas prácticas.

En la agitada campaña presidencial que aún estamos viviendo y que se extenderá hasta el próximo 17 de junio, la educación no ha estado en el sitial cimero de las propuestas de los candidatos presidenciales.

Solo el aspirante Sergio Fajardo la ubicó como eje primordial de sus propuestas de gobierno, quedándonos a los colombianos una sensación de tibieza en los planteamientos educativos, de quienes disputarán la segunda vuelta electoral en búsqueda de la jefatura del Estado colombiano.

En estas cortas tres semanas se hace necesario que tanto Iván Duque como Gustavo Petro le apuesten a un pacto social de alto compromiso con la educación. Y que incluyan de manera visible temas como la accesibilidad, la pertinencia, la cobertura y la calidad de la educación. Estos temas deben estar claramente definidos en sus propuestas de gobierno ya que la educación es el motor para el desarrollo y la modernidad de la sociedad.

¡Votemos por quien le apueste de manera seria a la educación!